Ley de Murphy 4

– Observación de Launegayer: Es más fácil hacer preguntas estúpidas que corregir errores estúpidos.

– Ley de Jacob: Errar es humano. Echarle la culpa a otro es más humano todavía.

– Ley del tiempo: La duración de un minuto depende del lado de la puerta del cuarto de baño en que te encuentres.

– Ley de la edición de Jones: Algunos errores pasarán siempre desapercibidos hasta que se publique el libro.

– Corolario de Bloc: La primera página por la que el autor abra el libro recién publicado será aquella que contenga el peor error.

– Todo depende, nada es para siempre y todo es a veces.

– Ley del objeto perdido: Los objetos que buscas jamás aparecerán cuando los necesitas, sino cuando estés buscando cualquier otra cosa, momento en el cual, claro está, será totalmente inútil, incluso hasta un estorbo.

– Debes buscar cualquier otra cosa cuando quieras encontrar lo que realmente necesitas.

– Ley de la sublimación espontánea de los objetos: Un objeto se llevará años estorbando donde a nadie conviene, y sin que nadie se moleste en quitarlo de ahí, pero, cuando sea de utilidad, se habrá sublimado de forma espontánea.

El perro del estudiante

Un chico norteamericano se va a la universidad en los Estados Unidos y a la mitad del primer semestre se le acaba el dinero que le dieron sus padres para ese periodo. Se le ocurre entonces una idea brillante y llama a su padre.
– Papá, no vas a creer las maravillas modernas de la educación en este sitio. Resulta que aquí en mi Universidad tienen un programa para enseñar a hablar a los perros.
– ¿Y cómo puedo hacer para que acepten a Pluto, el perro de la casa?
– Solo envíamelo con $1.000 y yo me encargo de matricularlo.
Así es que el confiado padre envía al perro con los $1.000. Poco antes de acabar el semestre, el muchacho se gasta el dinero de nuevo y decide volver a llamar a su padre.
– Bueno, y ¿cómo le va a Pluto? le pregunta su padre.
– Increíble, papi. Ya habla hasta por los codos, pero ahora resulta que hay otro curso más avanzado, para enseñar a los perros a leer.
– ¡No jodas! ¿Y cómo hago para que entre a ese curso?
– Solo envíame $2.500 y lo matriculo en ese nuevo curso.
Así es que el ingenuo padre le envía el dinero. Al final del curso, el chico se da cuenta que el perro no sabe ni hablar ni leer, así es que le pega un tiro al perro. Cuando llega a su casa al final del semestre, el padre está feliz, esperándolo.
– ¿Dónde está Pluto? Estoy deseoso de escucharlo hablar y leer. Ya tengo separada una revista de animales para que me la lea.
– Papá, no me lo vas a creer. Ya lo tenía todo preparado para el viaje, cuando lo veo acostado en el sofá, leyendo el New York Times, como todas las mañanas. De pronto me dice, “Bueno, ¿y tú viejo se sigue tirando a la pelirroja esa que vive enfrente de la casa?”
Y el padre le contesta:
– Espero que le hayas pegado un tiro a ese perro hijo de puta, antes de que hable con tu madre.
– Claro, papi ¡Eso fue exactamente lo que hice!
– Así se hace, hijo; y le dio un abrazo.
El chico se graduó y se convirtió en un político exitoso.

Accidente laboral

Informe sobre el accidente laboral:

Soy colocador de ladrillos. El día 4 del pasado mes de Mayo, estaba trabajando solo en el tejado de un edificio de 6 pisos. Cuando finalicé mi trabajo, observé que me sobraban más o menos unos 250 Kilos de ladrillos, en vez de bajarlos a mano, decidí colocarlos dentro de un bidón y con ayuda de una roldana, la cual, felizmente estaba fijada en uno de los lados del edificio en la sexta planta, hacerlos descender.
Bajé y até el bidón con una cuerda, subí al tejado y empujé el bidón hacia arriba y coloqué los ladrillos dentro. Volví a bajar y desaté la cuerda agarrándola con fuerza de modo que los 250 Kilos de ladrillos descendiesen suavemente.
Como yo solo peso 80 Kilos, cuál fue mi sorpresa cuando repentinamente salí disparado del suelo, perdí mi “presencia de espíritu” (el conocimiento), y me olvidé de soltar la cuerda. Es innecesario decir que fui izado desde el suelo a gran velocidad. En las proximidades del tercer piso, me golpee con el bidón que venía descendiendo, esto explica la fractura de cráneo y la clavícula partida. Continúe subiendo a una velocidad ligeramente menor, no teniendo parada hasta que mis dedos estuvieron incrustados en la roldana. Felizmente ya tenía recuperada mi “presencia de espíritu” y conseguí, a pesar de los dolores, agarrarme a la cuerda.
Más o menos al mismo tiempo, el bidón con los ladrillos llegó al suelo y el fondo del bidón se partió. Sin los ladrillos el bidón pesaba más o menos 20 Kilos. Como pueden imaginar, comencé a descender rápidamente. A la altura del tercer piso me encontré con el bidón que venía subiendo, lo que explica la fractura de los dos tobillos y las magulladuras en las piernas, así como en otras partes inferiores del cuerpo. El encuentro con el bidón disminuyó la velocidad de mi caída lo suficiente para minimizar mis sufrimientos cuando caí encima de los ladrillos, felizmente solo me fracturé tres vértebras.
Lamento también informar, que mientras me encontraba caído encima de los ladrillos, con dolores e incapacitado para levantarme viendo como el bidón se me venía encima, perdí nuevamente mi “presencia de espíritu” y solté la cuerda. El bidón pesaba más que la cuerda, entonces descendió y cayó encima de mis piernas partiéndomelas inmediatamente.
Espero haber facilitado información detallada del modo en cómo me ocurrió el accidente.

Fulgencio Mazapán Calvo.