Furwind es un indie andaluz y catalán que ya está disponible para la venta


JanduSoft es un estudio catalán que durante estos años ha ganado fama y peso en el mundillo, tanto por sus obras propias (Caveman Warriors) como las ajenas distribuidas bajo su manto. Acaba de lanzar a la venta el segundo juego del estudio andaluz Boomfire Games para muchas plataformas.

Furwind es un indie de plataformas en 2D con alto contenido mágico y de seres peludos. No en vano el protagonista es un zorrito muy bonito que debe salvar el bosque de Moontail de las garras de la magia negra. El tenebroso Darhûn se ha escapado de su prisión, en el cual llevaba confinada desde la última gran guerra, y planea hacer cosas malas. Eso si el zorrezno se lo permite, porque es mágico y peludo. También bonito.

Furwind ya está a la venta para Switch, PlayStation 4, PS Vita y Steam (PC, Mac y Linux). La versión de Xbox One se ha retrasado al 10 de julio pero se puede precomprar. Por otrao hay crossbuy entre PS Vita y PlayStation 4 y edición física para esta consola de sobremesa.

Análisis de Caveman Warriors



Analizado en Nintendo Switch. Copia digital proporcionada por JanduSoft.

De la última camada de juegos independientes que han llegado a las consolas encontramos

Caveman Warriors

, el juego de los catalanes JanduSoft ambientado en la edad de piedra. Siempre que hay un título patrio esperamos lo mejor, por lo que lo que nos hemos creado expectativas ante un juego tan llamativo en su puesta en escena. Nosotros hemos tenido la fortuna de jugarlo en Switch, consola ideal para el modo cooperativo que nos presentan. Un

arcade

de corte clásico que busca despertarnos sensaciones que creíamos desaparecidas. Jugabilidad viejuna en estado puro.

Cuando una nave alienígena irrumpe en pleno paleolítico y secuestra a los dos retoños de la tribu, los más fuertes de la manada deben unir fuerzas para recuperar a las crías y castigar a los malnacidos que se los han llevado. Serán cuatro los elegidos, Liliana, Moe, Jack (en serio, un troglodita se llama Jack) y Brienne (¿de Tarth?). Cada uno tiene sus características que deberán alternar para superar todas las adversidades. Liliana, por ejemplo, puede clavar sus jabalinas en la pared unos instantes para que podamos apoyarnos como improvisada plataforma, mientras que Moe utiliza su mono de dos cabezas para aturdir a los enemigos que le salgan al paso. Tal cual. Durante el camino encontraremos peligros de toda índole, como complicados saltos o enemigos finales a través del tiempo, desde su época natal hasta una realidad dominada por los Nazis (o su variante con equis en lugar de esvásticas) a futuros más inciertos… hasta el punto que Cavernator, un terminator cavernícola con la apariencia del ex-gobernador de California vendrá del futuro para acabar con nosotros.

Por lo demás, un plataformas de acción muy al estilo de las recreativas viejunas y los títulos de las consolas de 16 bits. Con sus enemigos grandes con rutinas que se repiten y alguna que otra fase a bordo de un vehículo que recupera elementos de los juegos de navecitas para la ocasión. Nada que no hayamos visto ya con anterioridad. Lo mejor de este Caveman Warriors es su ambientación, y no por lograda, sino porque nos recuerda a Joe & Mac: Caveman Ninja, juego de Data East que idolatramos. Hasta en el título se puede ver la referencia. La idea, suponemos, era la de hacer un Joe & Mac pero con más variedad de escenarios, de personajes y un modo cooperativo para cuatro jugadores en lugar de dos como era el original. Aquí, si no tenemos a tres amigos que nos ayuden en nuestra peligrosa misión, podremos cambiar de personaje con los botones L y R para que podamos utilizar la habilidad clave de cada uno en nuestro camino.

El problema de Caveman Warriors, es que pierde todo lo que gana en su planteamiento en cuanto comenzamos a jugar. La idea de un Joe & Mac para cuatro jugadores nos encanta, pero al poco nos damos cuenta que algo falla. Los saltos son ortopédicos, las animaciones torpes y cada vez que nos impacta un enemigo daremos un respingo hacia atrás que supondrá la mayoría de las veces caernos de la plataforma en la que estamos con la consecuente pérdida de vida adicional. Hace veinte años ya estaba anticuado. Y no vale eso de que es vintage, que homenajea los títulos de antaño o que lo clásico está de moda. Si jugamos en solitario, pasaremos más rato recorriendo la zona ya superada desde el checkpoint hasta donde hemos muerto, por lo que jugar en cooperativo (el supuesto mayor atractivo) debe ser una condena al tener que coordinarse cuatro personas para hacer los saltos de forma sincronizada. Para colmo, las habilidades especiales están limitadas por la “stamina” típica que se regenera con el tiempo… pero los objetos que sueltan los enemigos al caer bajo nuestros ataques suelen recuperar más de esa “stamina” que no necesitamos que la salud que baja a cada momento. Decisiones cuestionables que terminan por penalizar más de la cuenta.

En “parado”, el juego llama la atención. En movimiento, pierde el encanto. Así de simple. Muy colorido, con esa mezcla de ambientaciones de época que no casan entre ellas y que al chirriar tanto pueden resultar atractivas, como los nazis con los trogloditas, pero que no deja de ser un artificio para llamar nuestra atención. Cuando cogemos el mando de control, los saltos se vuelven imprecisos y necesitaremos demasiados golpes para acabar con los enemigos simplemente porque no acertaremos. La jugabilidad, el único elemento que no podía fallar, no resulta reconfortante por abusar de decisiones que ya creíamos superadas. Aún así, nos queda un juego de plataformas de acción con cooperativo, algo que muchos esperábamos y que puede darnos buenos momentos si somos capaces de perdonarles sus limitaciones.

Cooperativo para cuatro jugadores. Nos recuerda a Joe & Mac: Caveman Ninja.

Jugabilidad arcaica y poco depurada. Las animaciones no son nada destacables.

El intendo por recuperar la esencia de las recreativas clásicas con cooperativo para cuatro falla por apostar por un sistema de juego caduco.