Análisis de Torchlight II

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Versión analizada Xbox One X. Copia digital proporcionada por TN PR.

No vamos a sorprender a nadie si decimos que el Diablo de Blizzard no solo consolidó un género, también se adueñó del término hasta el punto que todos los action rpg pasaron a denominarse juegos “tipo Diablo”. Igual que pasaba con los shooters en primera persona, que pasaron a ser “tipo Doom”. Pero el éxito conlleva responsabilidad y la cruz de ser el espejo de cientos de programadores que buscan recrear el mismo éxito con su particular giro de vuelta. Estamos ante uno de esos casos cuando hablamos de Torchlight, un action rpg que replica los aciertos de la serie Diablo con maestría y buenos mimbres. Después de muchísimo tiempo de espera, la segunda entrega se estrena en consolas para gozo y algarabía de los sedientos aspirantes a aventureros de tres al cuarto que quieren ver sus nombres inmortalizados en en el tablón de encargos de la taberna del pueblo. Runic Games se toma las cosas con tiempo, por aquello de que la versión de PC de este Torchlight II se publicó en 2012. Pero la espera ha valido la pena y ya se encuentra disponible en las tiendas digitales de Xbox One, PlayStation 4 y Nintendo Switch.

El primer Torchlight podía parecer escueto, pero se destapaba el tarro de las esencias conforme empezábamos a jugar. Si en aquel juego solo teníamos un pueblo y debíamos bajar los diferentes niveles de la misma mazmorra para limpiar los escenarios de enemigos, esta segunda entrega apuesta por la variedad para mostrar escenarios amplios e interconectados sin recurrir a la excusa de profundizar hacia lo desconocido. Esa es la primera novedad, mostrar niveles a cielo abierto de diferentes ambientación que han sido salpicados con sus buenas mazmorras para explorar. El funcionamiento lo tenemos bien aprendido, lo primero será hacernos un personaje de entre todas las categorías disponibles (el fuerte tanque, el poderoso pero escuchimizado mago, el que prefiere los artilugios a distancia…) y una mascota que nos acompañe. Al igual que en la primera parte, tendremos un compañero de aventuras que correrá a nuestro lado y se encargará de tareas secundarias. Y la verdad es que son una cucada, además de que cada versión desarrollada tiene la suya. Estos animalitos vendrán a nuestra vera, reaccionarán frente a los enemigos según indiquemos en el menú del personaje, podrán llevar inventario para ayudarnos… incluso harán de recaderos y podremos mandarles a la ciudad para vender equipamiento o traernos pócimas si estamos muy necesitados.

Parece una situación complicada, pero nada como un par de buenos espadazos para dejarlo todo en su sitio.

Una vez tengamos a nuestro personaje definido y a su mascota seleccionada, entraremos en un mundo de fantasía que se genera de forma aleatoria pero que tiene una identidad muy definida. En pantalla tendremos de forma meridiana todo lo que necesitamos saber, desde la dirección que debemos seguir para cumplimentar la misión encomendada hasta todos los accesos directos de los botones del mando que hemos configurado para desencadenar nuestras habilidades. Y es que Torchlight II prefiere que “juguemos” a meternos en ambientación. La jugabilidad es excelente, un sistema de combate que puede parecer muy visto pero que funciona como muy pocos juegos han conseguido replicar hasta el momento. Las acciones son rápidas de realizar, el mapa fácil de seguir y la profundidad de evolución conforme subimos de niveles resulta la mar de satisfactoria.

Por un lado, los puntos que sirven para mejorar las cuatro características básicas (fuerza, destreza, vitalidad y concentración), por otro, los puntos que germinan en las ramas de habilidades. Subir un nivel supondrá tener reservas de ambas categorías para potenciar a nuestro adalid. Y está el equipamiento, claro, rebuscar en cofres y derrotar enemigos tendrá su recompensa en forma de nuevas armas y nuevas prendas que ponernos. El equipo seguirá el ordenamiento clásico de colores, de manera que un objeto de un determinado color será mejor que el de otra categoría, otra cosa es que podamos usarlo ya que hay restricciones bien por nuestro nivel o por un guarismo determinado en las características básicas.

En cuanto al control, la cámara está fija para que no podamos girarla a nuestro antojo (si una construcción tapa a los personajes veremos su silueta para que no nos despistemos) como hemos visto en Diablo III, pero sí que han habilitado la posibilidad de acercar y alejar la cámara como nos venga en gana. Nos hubiera gustado tener más opciones a la hora de gestionar el mapa en pantalla, o lo vemos en un tercio de la pantalla o en un circulito en la parte superior. Algo intermedio hubiese sido lo suyo, por mucho que podamos aumentarlo levemente pulsando la cruceta en la dirección de abajo. Respecto a la primera entrega se ha añadido un modo multijugador en cooperativo en línea, en el que pueden participar hasta cuatro jugadores de forma simultánea. Nada de juego en local, modalidad que le hubiera venido al juego de fábula.

Si la noche es oscura y alberga horrores, imagina una mazmorra en la que no se ve nada.

Estamos ante un juego de 2012, pero en cuanto al apartado técnico se refiere, en aquellos años tampoco estaba a la última. Y no le hace falta. Runic Games ideó un estilo de dibujos animados que recuerda a lo visto en Orc Must Die!, en los que es más importante el color y el diseño de personajes que los detalles que luzcan. En líneas generales se mueve suave y apenas tendremos problemas cuando veamos muchos enemigos en pantalla… más porque la cantidad de rivales no es muy alta que por la solvencia del motor gráfico. Hay efectos de clima, de día y de noche, sin olvidar que la generación de escenarios es aleatoria para que no nos encontremos a los mismos enemigos y los mismos objetos en los sitios que ya conocemos. Al menos cumple con lo mínimo para que sea agradable a la vista, porque como decimos, su fuerza está en su jugabilidad, no en su trama o en sus bondades gráficas. El audio cumple, mucho grito de enemigos y mucho efecto sonoro para las armas. Nada que nos sorprenda a estas alturas.

Torchlight II es un grandísimo título que nos atrapará durante más de veinte horas. Vale que la dificultad no es que sea muy alta (la cosa se pone complicada en los niveles altos), pero tiene muchos incentivos para que repitamos con la partida plus una vez terminemos la aventura principal. Pero lo que no entendemos es el retraso respecto a la versión de PC, son siete años desde que saliera esta segunda parte y el tiempo no pasa en balde. Pero Torchlight II es jugabilidad en estado puro, un título que apuesta por la diversión hasta el punto que podremos olvidarnos de la hora de la cena sin darnos cuenta… incluso darnos las tantas de la mañana con la única idea en la cabeza de volver a la aldea para vender el excedente de equipamiento que tenemos. Si estás hartos de artificios y lo que quieres es un título que te absorba, que te obsesione y que te no “te suelte” hasta completarlo, Torchlight II es tu juego.

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