Análisis de Mortal Kombat II

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Versión analizada Megadrive 32X. Copia física adquirida por el propio autor del texto.

Hoy en día

Mortal Kombat

es una serie consagrada gracias tanto a su calidad como a la cantidad de contenido que ofrece en cada entrega, pero en sus orígenes esto no era ni mucho menos así. De hecho, si por algo destacó y se hizo famoso el primer

Mortal Kombat

fue por su violencia excesiva más que por ser un buen juego.

Un año después, en 1993, llegó a todos los salones recreativos del mundo su continuación, y como era de esperar fue porteado a la mayoría de sistemas domésticos del momento, entre ellos la 32X a finales de 1994. Esta versión que nos ocupa mejora en prácticamente todo a las de 16 bits y es considerada por muchos como la versión de consola más cercana al arcade, superando incluso a las de Saturn y PSX.

Ed Boon y John Tobias nos trajeron de vuelta a siete personajes del primer juego, que son Raiden, Sub-Zero, Johnny Cage, Reptile, Scorpion, Liu Kang y Shang Tsung, mientras que otros cinco debutaron en esta entrega: Baraka, Kitana, Mileena, Jax y Kung Lao, haciendo un total de doce personajes jugables, a los que hay que sumar tres ocultos.

También volvieron los Fatalities, que en este caso hay disponibles dos por personaje (excepto Shang Tsung que cuenta con tres) más los Stage Fatalities que se pueden realizar en tres de los escenarios. Como novedad en esta entrega aparecieron los Babalities, que convierten al rival en bebé, y los Friendship como burla a las quejas que recibió el primer juego por ser demasiado violento.

El único modo de juego disponible aparte del enfrentamiento entre dos jugadores es el modo Arcade, en el cual nos medimos a los doce luchadores (incluyendo una versión de otro color del que hayamos elegido) al mejor de tres rounds, más dos enfrentamientos finales, primero contra Kintaro y por último contra Shao Kahn. Tenemos la opción de elegir entre cinco niveles de dificultad y si caemos derrotados contamos con la posibilidad de continuar hasta quince veces. El problema es que si resultamos ganadores, ya está, no hay nada más, ni se desbloquean modos de juego ni ningún otro tipo de extra. La única motivación para seguir jugando es intentarlo con otros luchadores y subir el nivel de dificultad. Puede que para algunos esto sea suficiente, pero en una conversión de recreativa a consola siempre hay que esperar algo más.

Entrando en materia jugable, tenemos la opción de jugar con una configuración para el mando de tres botones u otra para el de seis, siendo esta última la más recomendable como ocurre en todos los juegos. De hecho con el mando de seis botones tenemos un botón para cada movimiento: puñetazo alto, puñetazo bajo, patada alta, patada baja y bloqueo, mientras que en el de tres para bloquear hay que pulsar Start y para dar puñetazo alto hay que hacerlo pulsando adelante o atrás más el puñetazo bajo.

Más allá del asunto del mando de tres botones, existen otra serie de problemas que lastran el juego. El primero es que la dificultad puede echar para atrás a muchos jugadores desde el primer combate incluso en los niveles más bajos, aunque bien es cierto que es una dificultad falsa dado que la IA se comporta de forma errática, haciendo sencillo sacar patrones con los que vencer fácilmente. El segundo es que una vez aprendidos los movimientos especiales de tu luchador y a bloquear ataques en el momento adecuado la dificultad baja considerablemente. Y el tercero, aunque de mucha menor envergadura y que tiene que ver directamente con los problemas de la IA anteriormente mencionados, es que el combate contra Kintaro es sustancialmente más difícil que el final contra Shao Kahn.

Respecto al apartado técnico nos encontramos un gran trabajo de mejora respecto a la primera entrega. Gráficamente los personajes digitalizados están mejor definidos, cuentan con más movimientos y unas animaciones más suaves. Cabe destacar también el gran diseño de escenarios, muy espectaculares en su mayoría aunque algo escasos de elementos decorativos en movimiento. Mención especial al escenario de la Arena de Kahn, con el mismísimo Shao Kahn sentado en su trono, cientos de espectadores en las gradas y Kano y Sonya Blade encadenados a cada lado. Por supuesto, y al contrario que el resto de versiones de 32 bits, no existen tiempos de carga entre combates.

Las diferencias con la versión de Mega Drive las encontramos en una mejora gráfica gracias a una mayor resolución y mejor iluminación de los escenarios, un mayor tamaño de los sprites de los luchadores y un colorido mejorado que lo acerca a la versión de recreativa. La banda sonora es similar, de temática oscura y diferente al arcade, pero en 32X suena algo mejor y además se añadieron todas las voces y efectos de sonido que faltaban en la 16 bits de Sega. Unas voces digitalizadas tan carismáticas que llegan a eclipsar a la banda sonora.

En resumen, si se le perdonan los fallos, sobre todo la IA tramposa, el juego resulta desafiante y divertido, con una cantidad de luchadores más que suficiente pero queda muy lastrado por la evidente falta de contenido, un único modo de juego no es suficiente en una adaptación a consola. Con todo esto, si quieres disfrutar de Mortal Kombat 2 en una consola de la época, esta es la mejor opción.

Alternativas

Virtua Fighter es la mejor opción disponible.

Es el mejor port consolero de la que es considerada la mejor entrega clásica de la saga.

Muy escaso de contenido y como buen Mortal Kombat, jugablemente está roto.

Pese a su jugabilidad, es disfrutable y resultar ser uno de los clásicos de los años 90.

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Análisis de
Mortal Kombat II