Análisis de Call of Duty: Modern Warfare

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Versión analizada Xbox One X. Copia digital proporcionada por Activision.

Dar tu mejor cara cada noviembre desgasta. Por mucho que los equipos de desarrollo se alternen, por mucho que se mire unas veces al futuro y otras al pasado, siempre pondrán alguna pega. Si se apuesta por el modo de juego de moda, ése que todo el mundo quiere jugar, se enarbola la queja de que no hay campaña. Si hay campaña, las cifras vociferan que nadie la completa. Casi nadie. Así es complicado, pero no imposible. Infinity Ward se quemó, el estudio que inició la franquicia en la Segunda Guerra Mundial y que dio un volantazo a la serie con Modern Warfare sufrió una espantada creativa (los desertores fundaron Respawn bajo el amparo de Electronic Arts) sin los encargados de la entrega de este año. Y visto el resultado, creemos que han acertado de pleno. Primero, han creado una nueva herramienta sobre la que sostener su propuesta, un motor gráfico que albergará las nuevas entregas en años venideros. La segunda decisión es más cuestionable, pero creemos que acertada, echar la vista atrás para retomar su mejor trabajo y darle un tamiz contemporáneo. El mundo ha cambiado desde que Modern Warfare saliera hace la friolera de doce años. Nosotros también hemos cambiado de hecho y de ahí los cambios.

La campaña buscaba tocarnos la fibra sensible, ponernos el corazón en un puño y ya de paso removernos un poco las tripas. Querían que viésemos el drama humano, los daños colaterales y las consecuencias de la guerra en los dos bandos. Todo eso nos llega en dos tramas diferenciadas pero que comparten inicio y final, pero que se desarrollan en paralelo: una se centra en un atentado en El centro de Londres y la otra en el robo de unos bidones de gas en Oriente Medio por parte de los rusos. Gran parte del drama lo viviremos al colaborar con la resistencia de Urzikstán, la renombrada Siria para evitar suspicacias y polémicas, pero por mucho que vivamos situaciones incómodas o directamente desagradables, al final de la historia tiene que haber un “malo” y en esta ocasión la villanía de los hechos recae en los rusos una vez más. No nos sorprende, pero no termina de encajar con las promesas hechas por el equipo de guionistas antes de la salida del juego.

Price regresa para regocijo del aficionado nostálgico. Su barba y su puro le hacen inolvidable.

De esta forma, saltaremos entre Alex y Garrick, dos bravos soldados que vivirán el conflicto en primera persona, uno siguiendo a Farah (la líder urzeka) y el celebérrimo Cpt. Price. Hay más, como los dos niveles protagonizados por Farah que nos dejarán mal cuerpo, o las secciones que nos ponen a los mandos de drones, siempre alguna mecánica diferente que alegre las partes pasilleras decir con el arma a punto. ¿Pasilleras? la verdad es que un poco sí, aunque en la mayoría de los casos el camino viene marcado de antemano, en otras partes nos dan algo de manga ancha para explorar los alrededores. En lo que se refiere a la duración, el juego marca lo que hemos tardado sin sumar las veces que hemos muerto, por lo que si somos marines experimentados de los de poner cada nueva entrega de Call of Duty en dificultad “Veterano” e intentamos conseguir todos los logros que nos proponen, fácilmente las 4-6 horas que nos marca el reloj al concluir pueden traducirse en el doble.

En cuanto al multijugador, dos caminos claramente diferenciados. Por un lado el cooperativo, una batería de misiones especiales que nada tienen que envidiar a las de la campaña, de hecho la continúan donde ésta se quedó, solo que éstas incursiones podrán ser terminadas en compañía de nuestros amigos. Es más, No le faltan de nada ya que tienen su vídeo de introducción y un mapa enorme en el que se suceden objetivos. Este gran escenario recuerda a lo visto en el “Battle Royale” de Black Ops 4, ya que al empezar nos lanzaremos en paracaídas de una forma muy parecida, solo que en esta ocasión, en lugar de hacer frente a decenas de jugadores lo haremos contra todo lo que quiera lanzarnos la IA del juego. En principio hay cuatro de éstas enormes misiones (más una llamada clásica que se centra en resistir oleadas de enemigos), pero ya han confirmado que progresivamente el número de estos niveles irá creciendo y se acumularán.

Y po me otro lado tenemos el multijugador competitivo, una variante de la vieja fórmula que busca contentar a todos los paladares posibles. Por un lado encontramos los modos más “íntimos”, esos que echan de menos los jugadores que han dejado la franquicia y que anhelan los enfrentamientos a cara de perro tras cada esquina. Para ellos hay modos muy aseados en los que grupos de cuatro o dos jugadores de baten el cobre en escenarios acotados para las distancias cortas. Por otro lado también quieren contentar a los aficionados a Battlefield y los juegos con decenas de participantes, para ellos hay un modo con vehículos que nos avisarán por tierra y aire mientras intentamos conquistar para nuestra facción los puntos claves del escenario. Sobra decir que para que esta modalidad funciones, las dimensiones de los niveles se han ajustado para podamos conducir a gusto sin mayores problemas. Hasta tendremos la socorrida aparición instantánea al lado de un compañero de nuestro equipo (siempre que no tenga enemigos cerca) para evitar largas caminatas innecesarias. El realismo de las armas, del sonido y de los gráficos hace el resto. Puede que no sea el multijugador que más usuarios enfrente, pero sí que resulta tan reconocible (categorías, rachas…) que cualquiera que lleve una temporada si pasar por la serie se sentirá como en casa de nuevo.

Sam Fisher estará orgulloso del uso de las gafas de visión nocturna en este juego.

Pasemos ahora a lo estético, al nuevo motor gráfico. La principal virtud de la nueva herramienta es que es. Spam de ofrecer todos los gráficos a 4K (dinámicos) con una suavidad que se acerca casi todo el tiempo a las sesenta imágenes por segundo y HDR implementado en las consolas premium, unos números impresionantes si atendemos a lo que vemos en pantalla. Pero lo que verdaderamente nos ha gustado es el acabado. Basta ver la incursión del primer nivel, de noche, nos adentramos en la frondosa vegetación mientras los focos de luz se filtran entre las ramas de los árboles… hasta que empieza lo bueno y acabamos en la base rival devolviendo el fuego enemigo rodeado de nubes de humo que apenas nos dejan a lo que disparamos. Todo resulta pulcro, realista, detallado. Hasta la suciedad y el polvo. Luego constatamos que esa inmersión lumínica no es fruto de un solo nivel, cuando pasamos a Oriente Medio podemos sentir el calor de un sol abrasador o las deslumbrantes luces de neón cuando córrenos por Picadilly en el centro de la capital británica. El nuevo motor roza el fotorrealismo en cuanto a iluminación y texturas en los escenarios se refiere, algo que no logra plasmar con tanta maestría en los personajes y sus expresiones faciales. Además, tendremos el mejor acabado de la visión nocturna visto en un videojuego, que no pase por alto. La banda sonora se pierde entre los tiros, las explosiones y las voces en castellano, y sobre el doblaje reconoceremos la sutil y delicada voz de Najwa Nimri como Kate Laswell, una supervisora de la COA que nos recuerda a una veterana Carrie Mathison de la serie Homeland.

Esta nueva entrega entra por los ojos con la contundencia una bala. El realismo de las armas, de los escenarios, de las situaciones busca implicar un poco más nuestra percepción de estar dentro de un conflicto armado. Ya, es un videojuego, pero estremece ver un atentado en el centro de Londres o tener que abatir a un terrorista que viene hacia nosotros corriendo para inmolarse. Es probable que estas decisiones traigan colas, recordemos que hoy en día el que no se ofende es porque no quiere, porque motivos para hacerlo tenemos de sobra, sea por un chiste, una obra de ficción o una opinión inocente. Allá ellos. Modern Warfare es diversión en estado puro, revestida de realismo y acción, diversión para mayores de edad que saben diferenciar perfectamente entre realidad y ficción. Porque todos sabemos que si mañana hay una desgracia y las noticias sensacionalistas dicen que el autor jugaba a Modern Warfare, todos sabremos que ése perturbado podía haber saltado por cualquier otra obra que una mente enferma no sepa asimilar, sea un juego del Oeste, la película sobre un villano de cómics o el resultado de un reality de la tele. Modern Warfare es violento, es bueno y es divertido. Infinity Ward ha iniciado un nuevo camino por un sendero que ya conocía, y el resultado es fantástico. No supera a la primera entrega, porque eso era prácticamente imposible, pero sí que consigue adelantar a la tercera parte y ponerse a la altura de la segunda. Poca broma con el amigo.

Redactado por Juan Emilio Palomino (Spiderfriki)

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Call of Duty: Modern Warfare