Análisis de Gato Roboto

NOTICIAS, PC, PS3 Y PS4


La fiebre por los

retroindiemetroidvanias

no cesa. Desde hace un par de años que estamos viviendo un verdadero reflote de este tipo de juegos y propuestas tanto de estudios pequeños (Blasphemous con The Game Kitchen o Team Cherry con Hollow Knight, por dar un par de ejemplos) como de estudios grandes (Véase Ori de Microsoft). Lo cierto es que la propuesta cuaja, tiene buen recibimiento entre usuarios y usuarias y, de momento, no parece agotarse. El que hoy viene a conversación nos llega de la mano de Doinksoft y de la gente detrás de Devolver Digital, que están siendo capaces de producir una y otra vez algunos de los mejores indies de los últimos años como Hot Line Miami, Katana Zero, The Messenger, GRIS o The Red Strings Club, siendo estos dos últimos de desarrollo en nuestras fronteras.

En el gran abanico de propuestas que ofrece el género tenemos mundos extensísimos como los que proponen Axiom Verge o Hollow Knight y otros más humildes como el que nos ocupa hoy. Gato Roboto es un metroidvania con todas las de la ley pero que tampoco pretende ser más de lo que no es y cuyos pilares son otros. En este caso, una jugabilidad endiablada y un guión divertidísimo por estúpido que parezca. Una nave se estrella en un planeta lejano, cerca de un laboratorio. Su capitán no puede moverse para procurar una salida. ¿Su salvoconducto hacia la salvación? Su gato, Kitti. Y esta sería grosso modo la sinopsis de Gato Roboto. Un guión simple a más no poder, pero que tampoco necesita serlo más. Una propuesta nada pretenciosa de las que a veces se echan de menos. Una historia estúpida pero con una jugabilidad que enamora.

Pero el gran protagonista de esta historia es Kitti, que irá adquiriendo nuevas habilidades y power ups en lo que ya sería el desarrollo clásico del género. Samus Aran no está presente pero como si lo estuviera pues aquí los guiños y licencias, por no decir otra cosa, son obscenas, y para algo el género es conocido como metroidvania. Y sí, aquí cae más del lado de Metroid. El planteamiento del diseño de niveles es directamente calcado al de la franquicia de Nintendo, con puertas que se abren a nuestro camino previo disparo para conectar bioma con bioma. Disparos que son posibles gracias al meca con el que comenzamos que nos permite eso, saltar y disparar. Con esa premisa iremos pasando subzonas en las cuales desbloquearemos las principales mejoras de nuestro gatorobot. A saber, un salto con giro que nos permite superar ciertos obstáculos y llegar a zonas más altas, una suerte de acelerón en forma de dash que nos permitirá salvar determinados enemigos y será vital en las batallas contra los bosses finales y otras más accesorias como la mejora en la cadencia de nuestro arma. La combinación de estas mecánicas, que pueden parecer muy simples, están llevadas con maestría a lo largo del desarrollo no lineal (pero poco) del juego. Y decimos poco porque, y pese a ser un género que basa su gameplay de plataformas precisamente en la no linealidad de las mismas, el propio desarrollo te va llevando en volandas de una zona a otra, apremiándote además a conseguir todos los coleccionables posibles no dando lugar a muchas dudas sobre qué hacer, cuándo o dónde hacerlo.

Mención aparte, y cabe destacarlo, son ciertas fases pasadas por agua, en las que nos enfundaremos una suerte de sumergible que recuerda, y mucho, al que encarnábamos en las fases acuáticas de Super Mario Land en Gameboy, y que es ese chispazo de shoot’em up el que redondea un apartado redondo. Los enemigos, por otra parte, son muy simples y su inteligencia artificial es de 8 bits, esto es: nula. Movimientos en bucle por determinadas zonas y cierta detección de Kitti cuando pasas por su lado. Y fin.

No sólo de 8 bits es la IA de los enemigos; el apartado técnico está hecho para imitar aquellas primeras consolas de principios de los 80. Todo en una gama cromática monocolor, que bien podría ser ejecutado por una Gameboy, y que podemos ampliar con ciertos coleccionables que nos permitirán cambiar esa paleta del blanco y negro inicial a otras configuraciones más Matrix o más Virtual Boy, por ejemplo.
La música y los efectos no son nada del otro mundo, y es una pena, porque podrían haber puesto la guinda al acabado general del título.

En definitiva, un juego especial, agradecido, sorprendentemente disfrutón, y que si eres de esos adictos a los indies o a los metroidvanias disfrutarás de principio a fin. De hecho, se hace corto (y te lo hace saber pues cuenta con un cronómetro que se ve permanentemente, pensado especialmente para speedrunners) y habiendo encontrado un balance tan perfecto entre guión y jugabilidad da cierta pena que el estudio de desarrollo no haya querido explotarlo más. Dejando con ganas de más como deja y dando más de sí como da, es una verdadera lástima. Es cierto que se ajusta a su precio, 7.99 euros, pero ese sabor agridulce final no lo quita. ¿Un dlc o una segunda parte? Es posible, pero parece poco probable.

Por su precio, todo el mundo debería jugarlo pues regala un rato muy divertido.

Alternativas

Blasphemous, Celeste, Dead Cells, Hollow Knight, Ori and The Will of the Wisps.

Su jugabilidad y su deliberadamente estúpido guión. Es tremendamente divertido de principio a fin.

Si quieres completarlo al 100% dura 4 horas como mucho. Te deja con ganas de más.

Una propuesta simple y corta excelentemente ejecutada.

See original article here: 

Análisis de
Gato Roboto