Análisis de World War Z

Versión analizada Xbox One X. Copia digital proporcionada por Koch Media.

La moda zombi no parece remitir, llevamos décadas desde que los muertos se levantaron de sus tumbas y se empeñaron en mordisquear nuestros cerebros. Las películas de George A. Romero, Capcom con su serie Resident Evil o los “caminantes” de los cómics de Robert Kirkman son solamente alguno de los ejemplos más destacados. Pero hay muchos más. Entre ellos, los libros de Max Brooks, como Zombie: Guía de supervivencia y World War Z, auténticos best-sellers que han vendido lo indecible. De ése último libro se hizo película, una gran superproducción con actores famosos y efectos especiales que arrasó en taquilla. Por eso y porque en Focus Home Interactive creyeron que necesitábamos otro título sobre supervivientes en un mundo dominado por muertos vivientes, un marco en el que se busca desesperadamente una cura contra esta infección por todo el mundo mientras se intenta controlar la amenaza de los “zetas”, que así es como se llaman a los zombis en este universo. Los competentes chicos de Saber Interactive se pusieron manos a la obra para adaptar las peculiaridades del libro y la película citados. La primera decisión estaba clara, será un juego cooperativo y, ya que hay multitud de ofertas parecidas, decidieron inspirarse en la mejor de todas ellas.

Hemos visto varias formas de sobrevivir a un holocausto zombi de forma cooperativa en los videojuegos, desde el consumismo de Frank West en el centro comercial con los Dead Rising hasta los coqueteos con los títulos de gestión de la serie State of Decay. Pero si hay una fórmula que acertó de lleno fue la mostrada en Left 4 Dead, el juego por excelencia para disfrutar con amigos. En Saber Interactive han optado por trasladar el mismo sistema de juego tal cual, sacrificando la narrativa por un sistema de juego inmediato, con sus mismas características y peculiaridades. Cuatro jugadores se unen para recorrer los escenarios desde la salida hasta la meta, todo ello con un equipamiento inicial limitado que podrá ser ampliado con armas y objetos que cambian de ubicación en cada partida. En el camino les esperan infinidad de muertos vivientes con diferentes peculiaridades, desde los más simples a las multitudinarias oleadas, pasando por los los muertos especiales que aportan tensión al recorrido. A falta del Tank, son los mismos que vimos en Left 4 Dead, con uno que embiste, uno que envenena, otro que grita para atraer a la horda y otro que salta sobre nosotros. Eso sí, han añadido novedades y variaciones que le dan empaque y personalidad a su World War Z, pero en esencia estamos ante una matización del juego de Valve.

Huelga de controladores en Iberia, un clásico de cada Semana Santa.

Centrémonos en las novedades ahora. La seña de identidad o el elemento más destacado de la película protagonizada por Brad Pitt es sin lugar a dudas las cantidades de muertos vivientes que corren a toda pastilla y se agolpan para trepar a elevadas antiguas como si de hormigas rojas se tratase. Pues eso mismo ha creado él equipo de desarrollo, oleadas y oleadas de hasta mil zombis en pantalla de forma simultánea que se agolpan hasta llegar a nuestra posición. En pantalla queda de fábula, impresiona. Si normalmente vemos decenas de enemigos venir hacia nosotros para arrancarnos la carne de los huesos, las partes en las que vemos estas gigantescas oleadas son el logro técnico más importante y más espectacular que hemos visto hasta el momento. Ver cómo se agolpan, empezar a vomitar plomo a la base de la improvisada pirámide y verla desmoronarse asombra. De la película también se toma lo de ubicar la acción en ubicaciones de todo el mundo, en nuestro caso Nueva York, Jerusalén, Moscú y Tokio. Cuatro ciudades con tres misiones (menos la ciudad japonesa que son sólo dos) que aunque tengan su hilo de acontecimientos, pueden jugarse en el orden que queramos. A diferencia de Left 4 Dead, cada ciudad cuenta con sus cuatro protagonistas diferentes, aunque a efectos prácticos sólo aportan variaciones estéticas y sonoras.

Otro aspecto destacado de este título es el sistema de progresión, algo de lo que carecía Left 4 Dead. Con cada partida ganaremos puntos de experiencia, algo que influirá tanto al nivel de la clase que hayamos elegido como a nuestra afinidad con la enorme colección de armas disponibles. Con cada partida y en función del nivel de dificultad ganaremos puntos para conseguir nuevas habilidades y nuevas armas que facilitarán nuestro progreso. Si queremos superar los niveles en las dificultades más elevadas, deberemos tener un grupo equilibrado en cuanto a clases y habilidades concretas en nuestro haber, como la que sube nuestra salud o la que minimiza el fuego amigo. Y es que si los miles de zombis son un inconveniente, nada es peor que un compañero de partida nos vacíe un cargador en la espalda por equivocación. Todo este sistema de mejoras es para la campaña, tanto con amigos como con bits, el que conocemos como modo jugadores contra el entorno (JvE). Aparte hay otros modos multijugador diferentes, jugador contra jugador (JvJ) y jugadores contra el entorno (JvJvE) que disponen de diferentes reglas y sistema de progresión propios. Casi podríamos decir que son juegos diferentes y separados.

Ni el día sin IVA de Mediamarkt ni el estreno de la siguiente entrega de A todo gas consiguen crear tantas aglomeraciones como un buen brote vírico.

En cuanto a lo técnico, World War Z cumple de sobra. Escenarios detallados, personajes bien modelados y una cantidad abrumadora de “zetas” en pantalla. Será porque estamos mal acostumbrados por culpa de propuestas similares, pero es que este juego luce muy bien. Desde la estupenda iluminación, al inevitable gore o pasando por el cuidado mobiliario de cada zona, vemos que cada nivel ha sido diseñado para que tuviese su propia personalidad y ofreciera una experiencia diferente, un “algo” que lo hiciera especial. Lástima que las mecánicas de juego se repitan, como tener que coger maletines/cajas/llaves en diferentes zonas para poder progresar o que cuando veamos una zona más grande de lo normal es porque vamos a tener una oleada en breve. Al final, por mucho que cambiemos de país o de decorado, sentiremos que estamos jugando a lo mismo, algo que no termina de ser malo pero que tampoco beneficia. Pero si hay un punto de inflexión, una característica que hace único a este juego, es sin lugar a dudas las manadas de muertos vivientes corriendo hacia nosotros. Solo por eso, merece la pena echar una partida para verlo con nuestros propios ojos.

Que el reciente descalabro de Overkill’s The Walking Dead no te lleve a engaños, World War Z es un buen título de acción y un gran añadido al género de los muertos vivientes. Saber Interactive ha creado un solvente modo competitivo, una campaña cooperativa al uso, un sistema de progresión a largo plazo y ha llenado nuestras pantallas con enormes cantidades de zombis para que nos sintamos el escalón más bajo de la pirámide alimenticia. Y todo funciona. Enfrentarnos contra otros jugadores es divertido, la aventura principal muy rejugable, engancha todo lo referente a desbloquear habilidades en las diferentes clases y contemplar miles de “zetas” venir a por nosotros inquieta cosa mala. La parte negativa la encontramos en que la fórmula ya estaba inventada, los dos Left 4 Dead dejaron el listón altísimo hace muchos años y nadie lo ha conseguido superar hasta el momento. World War Z no lo supera, pero al menos se queda como la mejor opción a ellos, tanto por las novedades que plantea como por coger lo mejor del juego de Valve sin estropearlo por el camino. Encima, sale a precio reducido, lo que lo hace aún más interesante.

State of Decay 2 – Daybreak



Versión analizada Xbox One X. Copia digital proporcionada por Microsoft.
No hace mucho que vivimos el enésimo holocausto zombi. Llevamos un par de ellos al mes en realidad, entre una cosa y otra, pero como en State of Decay, pocos. Lo decimos porque no solo machacábamos los huesos de los muertos en las distancias cortas hasta dejarlos hechos astillas o reventábamos cráneos con nuestras armas de fuego mientras salpicaban sesos en todas direcciones , también teníamos que buscar suministros para mejorar nuestra base y proteger a los supervivientes que estén bajo nuestro amparo. De esta forma, la acción coexiste con la gestión de recursos y la planificación como si de el juego de Maxis se tratase (ya sabes cual). Además de multiplicar el tamaño de los escenarios y proponer nuevas mecánicas de juego, esta segunda entrega de Undead Labs nos proporcionó el esperado modo cooperativo para cuatro jugadores, variante que explota las posibilidades de este nuevo contenido del que hablamos hoy.Porque ahora nos llega Daybreak como un complemento a la experiencia del título principal. Nada de añadir una nueva en la que hacer lo mismo que hicimos una y otra vez. Estamos ante un modo “Horda” en toda regla, una sucesión de oleadas de supervivencia destinadas a conseguir mejor equipamiento conforme insistamos en jugarlo. Como hemos adelantado, podremos empezar en solitario o recurrir a la ayuda de tres amigos para sobrevivir el mayor tiempo posible a las siete oleadas de dificultad creciente que nos han preparado para la ocasión. Dejaremos a buen recaudo a nuestros cansados supervivientes y encarnaremos a un curtido soldado de la Garra Roja, el grupo de mercenarios que no se anda con chiquitas. Nuestro deber consistirá en defender una estructura de los ataques (nocturnos) de un enfervorizado grupo de muertos vivientes, todo el tiempo posible por lo menos para darle el tiempo necesario al ingeniero técnico para que arregle la comunicación con el satélite. La idea es que, cuanto más tiempo resistamos, mejores recompensas nos aguardarán al finalizar… recompensas que podremos repercutir en nuestra partida principal mediante puntos de prestigio que dan acceso a nuevas armas más potentes, mejoras construcciones para nuestra base y hasta que un miembro de la citada milicia firme parte de nuestra comunidad.Una vez metidos en faena, veremos que los soldados de la Garra Roja tienen mejores aptitudes en el combate que los personajes con los que estamos acostumbrados a jugar. Sobre todo por una potencia de fuego de mayor calibre… aunque como veremos, necesitaremos toda la ayuda posible. La partida termina cuando cae nuestro técnico, por lo que todos nuestros esfuerzos pasarán por su bienestar. Hasta utilizar los botiquines con él en el caso de estar malherido. Administrar bien los baúles de pertrechos y aventurarnos fuera de la zona “segura” para recoger los envíos de abastecimiento de los del escenario CLEO será vital para no quedarnos sin balas, pero sin olvidarnos de restaurar las barreras cuando estén casi destruidas en lugar de cuando tienen unos pocos arañazos. Con el tiempo aprenderemos a reconstruir en lugar de reparar y optimizar bien nuestras armas más resolutivas, sobre todo cuando el nuevo Juggernaut “edición plaga roja” entre en escena y nos deje tiritando de munición.La primera oleada nos sabrá a aperitivo, podremos superarla cómodamente desde los huecos que hay en las trincheras, pero la llegada de los zombis acorazados con equipamiento antidisturbios de la segunda ya es otro cantar. En la tercera hará acto de presentación el Juggernaut, para darnos cuenta en la cuarta que tenemos todas nuestras defensas hacen agua sin que podamos poner remedio. Al menos terminar pronto tiene el consuelo de recibir equipo especial y puntos de prestigio, lo que invita a empezar una nueva partida con un poquito de mejor cara. Esto mismo lo hemos visto en Dead Cells, aunque roguelikevania lo hace de lujo para que sigamos una y otra vez. Realmente este añadido solo aporta acción directa, dispara a todo lo que llegue mientras protegemos un objetivo concreto. Resulta más simple que lo jugado en la campaña principal, pero en esa misma inmediatez de partidas rápidas sin que tengamos que preocuparnos de las necesidades de toda la comunidad reside parte de su encanto. Acción directa sin complejos.Valoración:

Rising Star distribuirá Decay of Logos, aventura de folclore europeo


La distribuidora Rising Star Games siempre está al día en todo lo relacionado con la industria independiente de videojuegos, siempre atento a las nuevas propuestas, siempre contenta de ayudar a los estudios poco conocidos a mostrar su obra al gran público. Por eso ha estrechado la mano a la gente de Amplify Creations para lanzar digitalmente su juego

Decay of Logos

en el otoño de 2018 para las principales plataformas.

El estudio portugués está trabajando en una aventura medieval con toques de RPG de acción, ambientado en un mundo espacio donde las leyendas y criaturas europeas deambulan libremente, todo en 3ª persona. La fantasía e imaginación emanan de André Constantino, cabeza pensante, diseñador jefe y programador. Recordemos además que Amplify Creations ha ganado premios gracias a su trayectoria.

La aventura comienza trágicamente cuando una joven elfa pierde su hogar tras el ataque caprichoso de uno de los hijos del rey. Decidida y armada, inicia una larga travesía acompañada por su amigo-montura alce en busca de justicia.