Daymare 1998 ofrece terror visceral en su estreno


Los años 90 supusieron el final del siglo XX, del milenio y una revolución social y cultural que de aquellas no se valoró bien. Ahora somos testigos de la importancia de esa época puesto que en apenas unos años aparecieron unos juegos de terror que definieron a la industria.

La italiana Invader Studios y los editores Destructive Creations y All in! Games acaban de lanzar al mercado Daymare 1998, un homenaje a los juegos de la época pero con las bondades gráficas y jugables actuales. En un pueblo rural llamado Keen Sight se ha desatado el infierno químico tras un incidente en el laboratorio secreto Aegis. La situación es mala pero irá a peor si no pone remedio el equipo especial H.A.D.E.S. A través de tres personajes, el agente especial Liev, el piloto Raven y el guardabosques Samuel, iremos desentrañando la trama y la conspiración de experimentos malignos, también indagaremos en sus vidas y demonios internos. Habrá acción, desmembramientos y puzles.

Daymare 1998 ya está disponible para PC y próximamente llegará a Xbox One, PlayStation 4 y Windows 10. A pesar de tener repercusión y varias plataformas anunciadas su comienzo fue menos alegre. En 2017 el estudio canceló su campaña en Kickstarter tan bien como esperaba puesto que su objetivo marcado era demasiado alto, aún así se recaudó más de 40.000 euros.

Análisis de Ancestors Legacy



Versión analizada PC. Copia digital proporcionada por Meridiem Games.

Está claro que la violencia desmedida no es un territorio inexplorado para Destructive Creations -bastante acertada la elección del nombre del estudio-, creadores del polémico y, por qué no decirlo, apenas destacable

Hatred

; un shooter isométrico protagonizado por un psicópata, misántropo y genocida que está decidido a acabar con la humanidad con sus propias manos, llevando a cabo una serie de escabrosas escabechinas contra civiles y policías. La controversia premeditada no siempre es buena compañera, y parece que el mensaje caló hondo en la desarrolladora responsable, porque este

Ancestors Legacy

va mucho más allá y realmente se centra en ofrecer una estratégica propuesta jugable, donde las crueldades inherentes a la guerra y a las eras oscuras de nuestra historia son un detalle más; una muestra, incluso, de rigor histórico y de descaro.

Por tanto, vamos a situarnos; como decíamos, la acción de Ancestors Legacy se enmarca en una turbulenta época medieval europea, y nos insta a comandar a los vikingos, los anglosajones, los germanos o los eslavos, en una serie de campañas divididas, cada una con sus propios objetivos, líderes, escenarios e incluso épocas, aunque sin salir de la Edad Media -lo que pasa en el medievo, se queda en el medievo-. Evidentemente, estas diversas cadenas de misiones se van desbloqueando conforme avanzamos en las campañas anteriores, una propuesta que, por un lado, plantea una progresión lineal, pero al mismo tiempo aporta un toque diferenciador que sin duda celebramos; por otro lado, cabe destacar que estas historias sirven como un mero vehículo de la acción y de las distintas misiones que tendremos que cumplir, decisión que, si bien es común, empieza a ser eclipsada por otras ideas de grandes referentes del género. En cualquier caso, nos encontramos ante un título de estrategia en tiempo real cuyo núcleo reside en el combate, en la táctica puramente bélica, por lo que no participa de grandes componentes diplomáticos respaldados por elaborados contextos históricos; en definitiva, Ancestors Legacy está más cerca de Total War que de Crusader Kings o Europa Universalis.

Sin embargo,

Ancestors Legacy

ofrece muchísimo más que la historia de determinados líderes y facciones -quizás estas campañas sirven como preámbulo para los distintos modos de juego-, de igual forma que también plantea algo más allá de las brutales carnicerías de norteños enfurecidos; esto es, incluye varios elementos de gestión de recursos que se unen, con mayor o menor acierto, a todo el componente táctico del título. Lo cierto es que esta vertiente estratégica recuerda en cierto modo a otros juegos, como el sensacional

Company of Heroes

, y se centra en la gestión de soldados susceptibles tanto a la muerte como a la mejora de sus prestaciones y equipo, previa aniquilación de los enemigos. En este sentido, es una pena que el juego no ofrezca una gran profundidad y complejidad en cuanto a distintos tipos de tropas o en sus desempeños y debilidades en la refriega -aunque sí que hay un sistema de ventajas en el que, por ejemplo, los lanceros reciben bonificaciones contra la caballería-, y, dentro del combate, generalmente impera el caos.

Y es que la característica que más brilla en el nuevo título de Destructive Creations es la importancia del entorno; las trampas, las emboscadas, las demenciales cargas por los flancos o la retaguardia reciben un protagonismo que se siente como una apuesta inédita, propia de Ancestors Legacy. No es que no hayan sido trabajados en otros títulos del género, sino que aquí aparecen como el gran elemento diferenciador, capaz de decidir combates y, por tanto, nuestro éxito en la batalla. Es por eso que la elaboración de planes previos al enfrentamiento resulta totalmente imprescindible; se convierte en la esencia del juego, debido a que los ataques premeditados y precisos pueden minar completamente la moral de nuestros rivales, de la misma forma que una trampa de estacas o una emboscada efectiva pueden diezmar batallones enteros. La utilización de las habilidades de los distintos héroes también tiene un gran peso en el devenir de la guerra, ya que pueden aumentar las defensas o efectividad de nuestras tropas; no obstante, todo esto, en conjunto, termina provocando una acción que, a pesar de ser divertida, le da demasiada importancia a la microgestión y nos obliga a estar pendientes de todo lo que sucede en los distintos territorios del mapa.

En cuanto al apartado audiovisual, Ancestors Legacy mantiene un buen acabado, aunque no sorprende más allá de alguna secuencia animada y su genial cámara cinematográfica; una suerte de perspectiva dinámica que nos permite contemplar la acción de forma privilegiada, haciéndonos testigos directos de la crudeza de la batalla, de los remates de los soldados y de las muertes en general. Los escenarios, por su parte, aunque no son ricos en detalles, presentan una serie de condiciones climatológicas que no solo están bien trabajadas, sino que además provocan un impacto sustancial en el apartado jugable, hasta el punto de que la noche, la lluvia o los bosques son el mejor escondite para los soldados más ladinos, traicioneros… y eficaces. La música y los efectos sonoros cumplen, aunque algunas composiciones incluso consiguen sorprender por su logrado tono épico.

Conclusiones.

Ancestors Legacy, sin duda, cumple como un buen título de estrategia, y además sirve como gran ejemplo de que este polémico estudio es capaz de dar a luz a juegos interesantes que no hacen de la controversia y la brutalidad su foco central. Quizás sus defectos radican en que podría haber sido incluso mejor, ya que ofrece propuestas, cuanto menos, renovadoras y trepidantes; no obstante, algunas de ellas terminan cayendo en saco roto, rompiendo el ritmo o la variedad del juego, y con ello la capacidad de sorpresa del jugador, que puede acabar encontrándose un tanto abrumado ante determinadas situaciones reiterativas y el caos de controlar pequeñas acciones de destacamentos lejanos. No ofrece una elevadísima complejidad para los expertos del género, ni es totalmente accesible para los neófitos, pero sus aciertos y su espectacularidad lo hacen igualmente recomendable para los fans de la estrategia.

Alternativas

Dentro de la estrategia militar, Total War. Otros juegos, como Europa Universalis (ambientación posterior) o Crusader Kings ofrecen propuestas diferentes y más profundas.

La cámara dinámica. La importancia de los escenarios, las trampas y las emboscadas.

Demanda un gran ejercicio de microgestión y no ofrece una gran complejidad bélica.

Ancestors Legacy es un buen juego de estrategia que, por desgracia, posee algunas propuestas que no terminan de encajar de forma satisfactoria.