Análisis de Call of Duty: WW2



Versión analizada Xbox One X. Copia física proporcionada por Activision.
La entrega de este año de Call of Duty regresa a los orígenes. Volvemos a la Segunda Gran Guerra, el conflicto bélico que destrozó el siglo XX y que todavía hoy resuena en nuestros oídos desde el pasado. Este regreso se debe a múltiples motivos, entre los que destacamos la pérdida de relevancia de la franquicia y la escala futurista en la que estaba inmersa, con drones y exoesqueletos como principales reclamos en las últimas entregas. Ya se puede decir que el cambio ha sido un éxito por el simple hecho que ha duplicado en ventas a Infinite Warfare en su día de estreno. Los escogidos para este nuevo acercamiento son Sledgehammer Games, los mismos que tuvieron que cancelar una entrega en tercera persona ambientada también en la SGM y que nos ofrecieron Advanced Warfare, una más que meritoria propuesta. Como ya es menester Raven Software asiste en el multijugador, entre otras cosas. Ya teníamos ganas de volver a las trincheras, a sentir la metralla por encima de nuestras cabezas y a escuchar improperios en alemán. Y la mejor forma de empezar, es con un día de playa. La playa de Omaha.Sledgehammer ha optado por una entrega muy cinematográfica, con el soldado Daniels como protagonista que narra sus vivencias en “off” mientras escribe una carta a su hermano. Así presenta a sus compañeros de pelotón, a sus superiores e intenta transmitir al jugador las incertidumbres y temores de la guerra. Como Hermanos de sangre de la HBO, pero somos nosotros los que disparamos. A estas alturas ya estamos curados de espantos, pero el juego se las ingenia para ponernos delante la pantalla amputaciones, cuerpos destrozados y mucha sobreactuación para que al menos la experiencia resulte tan impactante como el desembarco de Normandía de Salvar al soldado Ryan. Tendremos momentos intensos, con sus QTE para darle énfasis a las acciones, persecuciones en la que todo se hace añicos al más puro estilo Uncharted o la aproximación a los enemigos de forma cautelosa para no ser acribillados a las primeras de cambio. Sí, como toda la serie, hay que jugarlo en dificultad “Veterano” para que el juego no nos dure seis horas, con sus tramos imposibles en los que salir indemnes es cosa de suerte y cada enemigo es el instructor jefe de la escuela de francotiradores como el Major Erwin König de Enemigos a las puertas. Tenemos el recorrido clásico por Europa, desde el famoso desembarco hasta un tour por todos los países ocupados por los Nazis, con sus escenas intermedias para ver actuar a los actores recreados digitalmente (Josh Duhamel es el único que reconoceremos seguramente), sus tramos en vehículos, la posibilidad de capturar soldados enemigos y la “compenetración” con nuestro pelotón que desembocará en que nos faciliten munición, granadas, botiquines o nos faciliten la posición del enemigo según sea nuestro acompañante. Destacamos la vuelta de los botiquines, porque desde Big Red One no hemos tenido estas cajitas salvadoras como remedio a nuestros males. La barra de vida baja muy rápido (hablamos de dificultad veterano) pero también es cierto que hay botiquines a patadas y que podemos llevar hasta cuatro de ellos sin problemas (cinco si nuestro compañero tiene uno preparado para nosotros). Puede chocar de entrada, sobre todo a todos aquellos que empezaron con las entregas ambientadas en conflictos más actuales, pero se agradece el guiño a las primeras entregas y apenas supone un trauma adaptarse a la nueva mecánica una vez hayamos superado unos pocos niveles.