La guerra es nuestro negocio. Análisis de Killzone: Mercenary

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Hay quien sólo lucha por aquel que le ofrezca la cifra con más ceros. Ese es el papel que tendremos que interpretar, como su propio nombre indica, en Killzone: Mercenary, el juego que como agua de mayo esperamos los propietarios de una PS Vita para sacar el máximo rendimiento a nuestra portátil.

No entraré en muchos detalles de la historia, puesto que además de absurda y llena de clichés, no aporta apenas nada interesante al conjunto de la franquicia, por lo que ni los más acérrimos fans de la saga –si es que les importa la historia- encontrarán alicientes en ella, más allá de visitar localizaciones y personajes importantes en entregas anteriores. Pero la saga Killzone nunca ha destacado por su historia, sino por otros valores como la calidad gráfica o la trabajada IA de los enemigos.

No decepciona en ese sentido, puesto que nada más arrancar el juego -y desde las trabajadas escenas de introducción- nos sorprenderá su excepcional nivel gráfico, que nos da una idea de la gran potencia que alberga la portátil de Sony y de la cantidad de oportunidades perdidas hasta ahora de sacarle el máximo rendimiento como lo ha hecho la gente de Guerrilla Cambridge, los encargados de este desarrollo. Los escenarios, localizados tanto en Vekta como en Helghan (planetas de los “buenos” y los “malos” respectivamente) están magníficamente representados aquí, y aunque los entornos se hacen repetitivos con el avance del juego, la excelencia gráfica se aprecia en cada detalle. Las armas, los efectos de luz y partículas y en general todo lo que atañe al aspecto visual del juego ralla a un nivel excelente.

La campaña, compuesta de 9 misiones, nos situará en combate en cualquiera de los dos bandos, como buen mercenario. En su desarrollo predomina eminentemente la acción y los disparos, pero el juego nos invita constantemente a usar el sigilo y los asesinatos silenciosos cuerpo a cuerpo –premiándonos especialmente por ello-, poniéndonos en bandeja multitud de situaciones donde usar nuestras actitudes “ninja”. Es esta la ocasión que han aprovechado los desarrolladores para hacer uso de la pantalla táctil de Vita. Mediante gestos en pantalla ejecutaremos unos brutales movimientos de asesinato cuerpo a cuerpo con nuestro cuchillo, con espectaculares animaciones, que sin embargo dan la sensación de quedar un poco “fuera da juego”. Irónicamente, en ocasiones cuando nos vemos rodeado será más sencillo deshacerse de varios enemigos mediante combate cuerpo a cuerpo que mediante armas, por lo que este aspecto queda un poco descompensado.

Por su parte, el trabajo en la IA tampoco decepciona, puesto que –una vez nos descubran- los enemigos se cubrirán a menudo, dispararán a ciegas, se aproximarán desde múltiples ángulos y usarán granadas para sacarte de la cobertura si abusas de ella. No serán tan audaces sin embargo a la hora de detectarnos cuando nos movemos con sigilo, puesto que en ciertos momentos nos aproximaremos a ellos en ángulos en los que cualquier humano detectaría un movimiento y estos soldados de élite ávidos de detectar a enemigos no son capaces de vernos llegar. No queda muy claro si es un error o una concesión de los desarrolladores al jugador poco habituado al sigilo, pero es un detalle que desentona.

No faltan los típicos minjuegos de hackeo de puertas y otros dispositivos, que en mi opinión no encajan demasiado bien con un título centrado en la acción, sobre todo cuando avanzado el juego el tiempo necesario para completarlos aumenta. Mención aparte merecen los coleccionables del juego, que requieren de una habilidad desmedida para ser hackeados, teniendo en cuenta que estamos ante un shooter al uso. Aun así no es algo sangrante ni mucho menos, la acción en Killzone Mercenary es constante y bien trabajada, y en todo momento estaremos matando enemigos desde nuestra cobertura, deshaciéndonos de ellos en sigilo y en general disfrutando del excelente control con el que cuenta.

Como buen mercenario que somos, el juego recompensará cada una de nuestras acciones con dinero, el cual nos servirá posteriormente para comprar armas, munición, equipamiento y dispositivos varios en los distintos baúles especiales de mercancía habilitados para ello. Matar a un enemigo con un disparo en la cabeza nos dará más dinero que matarlo con varios disparos en el cuerpo, y acabar con un ataque cuerpo a cuerpo por detrás a un enemigo sin que este nos detecte nos dará más dinero que matarlo de frente. También hay penalizaciones: cada vez que nos maten nos quitarán una pequeña cantidad de dinero, pero si nos matamos nosotros mismos –por una explosión de nuestra granada por ejemplo- la penalización será mayor.

El dinero nos dará acceso a más y mejores armas, y sobre todo y más importante, a más y mejores dispositivos Van-Guard. Estos son artilugios que nos acompañarán (sólo uno de cada vez) para hacernos la vida más fácil, lanzando misiles, electrocutando a nuestros enemigos o asesinándolos instantáneamente, todo ello durante un corto período de tiempo, lo cual nos obliga a usarlos en momentos puntuales. Cambiar de arma, aun cuando ya la hemos comprado, también nos costará dinero, por lo que no es una decisión que podamos tomar a la ligera, y a menudo nos veremos avanzando gran parte del juego con la misma arma, algo totalmente plausible.

El desarrollo de Killzone: Mercenary sigue un patrón bastante definido: nos aproximamos a un zona con varios enemigos vigilando. Podemos optar por acabar con ellos de manera sigilosa (no siempre con todos) o pasar directamente a la acción. Accionamos o detonamos algún dispositivo y repelemos el ataque en tromba del enemigo. Nos vamos a la zona de recogida donde tendremos que aguantar ataques hasta que nos recojan y vuelta a empezar en la siguiente misión. Obviamente con el avance de las misiones se empieza a sentir el agotamiento de la fórmula, pero “gracias” a la corta duración de la campaña (menos de 4 horas) el juego se acaba antes de que lleguemos a estar completamente hastiados de ella. Aún así, la rejugabilidad, los contratos y el multijugador aumentan considerablemente el jugo que le podemos sacar al juego.

El multijugador cuenta con los clásicos modos todos contra todos individual y por equipos, así como el modo “Warzone”, característico de la saga y sin duda el más divertido, donde se van asignando diversos objetivos que, o bien debemos completarlos o bien evitar que el equipo contrario los complete. No soy un fan de los modos multijugador competitivos así que tampoco puedo dar una opinión muy amplia. Lo que sí puedo certificar es que funciona de manera fluída y, de momento, es sencillo encontrar jugadores con los que comenzar una partida. Además, cabe destacar que el dinero ganado en el modo multijugador cuenta para el modo campaña, y viceversa, con lo que el juego recompensa a los jugadores que combinen ambos modos.

En general, Killzone: Mercenary es un shooter notable, con un destacado apartado visual y un gran control, pero que muy problamente no habría destacado en una plataforma de sobremesa cualquiera en comparación con la enorme oferta de shooters de calidad que hay disponibles. Sin embargo, teniendo en cuenta el escaso catálogo que tiene PS Vita en este género, la versión portátil del shooter de Guerrilla se destapa como un juego puntero para esta consola, que nos demuestra una vez más su enorme potencial y la gran versatilidad de la que dispone para recibir tanto nuevos títulos como adaptaciones portátiles de grandes sagas, siempre que se invierta un mínimo de tiempo y esfuerzo en ellas. Si tienes una PS Vita, quieres darle vida y te gustan mínimamente los shooters, estás ante un imprescindible.

Por: Yova

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