Análisis de PixARK

Versión analizada Xbox One X. Copia digital proporcionada por Koch Media.

Hace poco se ha cofirmado, Minecraft es el juego más vendido de la historia. El crafting, la exploración, la supervivencia, pero sobre todo esa estética pixelada en tres dimensiones cambiaron el mundo. O por lo menos la concepción de mundos, porque desde aquel momento podían ser aleatorios para experimentación y disfrute del usuario. En nada, llegarían títulos inspirados en el fenómeno, cada uno con sus reclamos para atraer al aficionado ávido de publicar y compartir sus construcciones arquitectónicas. En esta nueva era de creación digital, Snail Games sumó su granito de arena. Primero con ARK: Survival Evolved, la versión del mito con gráficos más realistas y una clara obsesión por animales capaces de devorarnos de un bocado. Luego llegaría ARK Park, juego para la realidad virtual que aprovechaba todo el trabajo realizado en la anterior entrega para colocarnos en un parque de atracciones por el mataría el mismísimo Steven Spielberg. Y ya solo quedaba PixARK, el tercero en discordia que debía cerrar el círculo. Después de darle al género una apariencia más realista y peligrosa, se regresa a los orígenes para un sentido homenaje.

Y en esas estamos, después de más de un año con PixARK en la modalidad de Game Preview para que los jugadores puedan seguir el proceso del desarrollo del juego de primera mano, el juego entra en su fase final de producción para ser comercializado. Por eso, PixARK imprime a la visión agresiva que ha impregnado Snail a su serie ARK una capa de afable edulcorante que facilita y amplía su aceptación. Estamos ante un nuevo título mundo abierto, en el que podemos jugar en solitario o con amigos de todo el mundo, en el que la supervivencia y la acumulación de ingredientes para crear artilugios cada vez más elaborados son los cimientos en los que se gestiona la jugabilidad. A partir de ahí, el infinito. Desde construir una enorme fortaleza a buscarse la vida para no ser el primer plato de los animales que forman la cúspide de la cadena alimentaria.

Ni picos ni palas ni zarandajas, puestos a craftear nos quedamos con un buen rifle.

El primer paso será dejarse caer por el editor de personajes, tan modesto como coqueto conjunto de apariencias para darle personalidad a nuestro troglodita para lucir bien campechano en los servidores habilitados para medio mundo (recordamos que también podemos jugar solitos sin presencia de foráneos). Bien, a partir de aquí viene lo complicado. En este tipo de juegos la curva de dificultad al empezar a jugar es tremenda. Solemos estar perdidos, desorientados y todo lo que nos rodea parece un peligro inminente. Ayuda que en medio de la pantalla aparezcan, poco a poco, los botones y su correspondiente acción al pulsarlos, pero de largo lo que más nos ayudará a entrar en faena es haber pasado previamente por Minecraft o ARK: Survival Evolved antes de hincarle el diente a este juego. En estos compases de iniciación vemos que podemos poner la vista en primera o tercera persona, que subimos de nivel de forma progresiva sin hacer aparentemente nada o que en nuestro mapa de ubicación hay misiones de diversa índole para ir calentando motores.

A partir de aquí es cuando esa curva de dificultad empieza a suavizarse, conforme pasan las horas y entramos en la dinámica de cumplir esas misiones (como construir un determinado artilugio o acumular una cantidad determinada de un material) es cuando el juego muestra todo su potencial. Vale, los dinosaurios hechos con “cubitos” de colores no resultan tan amenazantes y peligrosos como los que veíamos en ARK: Survival Evolved, pero aquí la variedad y la cantidad de toda esta fauna es tan alta que casi nos dará igual. Solo por plantearnos usar como montura un tiranosaurio rex o un dragón volador ya habrá merecido la pena tanto esfuerzo inicial. Porque disponer de más de un centenar de dinosaurios para amaestrar y cabalgar suena siempre apetecible, pero si encima le sumamos ocho ecosistemas diferentes (como selva, desierto, cuevas o bosque) y le añadimos el encanto de disponer un sistema procedural para crear estos entornos mucho más variado y profundo que el visto en títulos parecidos, nos queda un juego en el que merece la pena insistir para hacernos a su jugabilidad. El título ha mejorado muchísimo desde que entró en Game Preview, eso salta a la vista, pero cabe resaltar que este tipo de juegos siempre está en constante proceso de mejoría, siempre tendremos parches y actualizaciones que arreglen o tapen alguna carencia. En nuestro caso, encontramos que el menú al que accedemos con el botón B (para mejorar las estadísticas de nuestro personaje, revisar las tareas encomendadas o ver el listado de objetos que podemos crear) necesita un serio repaso para mejorar la accesibilidad.

Nos gusta un ecosistema que integre desde un oso panda hasta una horda de dragones… aunque tenga la coherencia de un programa de Telecinco.]

La estética está clara, todo está formado por cubos de colores, como si fueran píxeles sobredimensionados que lo simplificaran todo. Claro que aquí las dimensiones son enormes, el escenario principal que se genera al principio nos llevará semanas explorarlo, mientras que los coloridos dinosaurios y criaturas conforman un compendio de criaturas realmente loable. Mucho ángulo recto y mucha textura acrílica para fondos y elementos móviles, pero el número de cubos para formar a los personajes de los jugadores y de los animales es muy superior que el de Minecraft. En el apartado sonoro no encontramos ninguna sorpresa, melodías suaves para la gran cantidad de horas que vamos a pasar delante de la pantalla y sonidos característicos para los golpes que damos a cada tipo de superficie antes de convertirlos en unidades cuantificables en nuestro inventario.

PixARK fusiona lo cuqui de Minecraft con la salvajada que resultaba ser ARK: Survival Evolved. En el camino se ha perdido violencia y realismo,pero a cambio se ha ganado accesibilidad y simpatía. No es mal cambio. Está claro que se trata de un juego destinado a los usuarios que ya están cansados del juego de Mojang, pero que logra ofrecer nuevos incentivos y recursos para que queramos jugar a algo “parecido” pero con personalidad propia. Como era de esperar, podremos elegir jugar en solitario, con amigos, con desconocidos, por el simple gusto de sobrevivir o con el modo creación en el que las reglas las ponemos nosotros. Todo es posible en este PixARK, como esos juguetes de bloques de colores que usan los más pequeños de la casa para conseguir mejorar su ingenio y su habilidad con las manos. A poco que entremos en su “juego”, el límite de lo que podemos y no podemos hacer lo definiremos nosotros.

Análisis de Tom Clancy’s The Division 2



Analizado en Xbox One X. Copia física proporcionada por Ubisoft.

Los shooters han cambiado. Los tiros van por otros derroteros, nunca mejor dicho. Ahora se llevan los shooters-looters, juegos en los que la acción comparte relevancia con la mejora de nuestro equipamiento, la cooperación con otros jugadores y patearnos el mismo (aunque enorme) escenario de arriba y abajo. Una y otra vez. Entre este tipo de títulos encontramos nombres como Destiny 2, el reciente Anthem o The Division, la particular apuesta de Ubisoft en este nueva categoría de juegos de acción. Y es que la idea de Ubisoft Massive resultó todo un acierto en su momento, hasta el punto que ha propiciado la salida de una segunda entrega para las mismas plataformas (PC, PlayStation 4 y Xbox One), de la que hoy hablamos aquí.

No hay mejor lugar para montar una base desde la que comandar la resistencia que la Casa Blanca.

Nueva York deja paso a la capital de la nación, Washington D. C. y como ocurría en la primera parte, toda la sociedad está al borde del colapso. La culpa la tiene la “Fiebre del Dolar”, un arma biológica que usa el dinero como medio de propagación. Toda norteamérica (en esta realidad México se plantea levantar un muro de protección en la frontera) ha sido destruida y los supervivientes han tenido que rehacer una nueva comunidad en la que la inestabilidad brilla con luz propia. Son muchos los grupos de desalmados que buscan sacar provecho de la situación, facciones que arrasan con todo con tal de sacar ventaja a costa de saquear todos los bienes de primera necesidad. La única línea de defensa que queda es la formada por The Division, un grupo de agentes civiles de élite que protegen y potencian los pocos grupos urbanos que intentan organizarse por el bien común. Así, con el ilustre nombre de Tom Clancy como reclamo, se ambienta un título de estructura abierta en la que deberemos estar siempre conectados a lo servidores de Ubisoft para poder jugar.

Esta segunda entrega enlaza todo lo que vimos en el primer juego y lo amplía con una serie de brillantes decisiones. La primera, ubicar la acción en la capital política de EEUU, porque este Washington es enorme y está hasta arriba de contenido. Porque no solo es la ciudad, también son las inmediaciones y el subsuelo (luego hablaremos de la Zona Oscura), las calles llenas de coches destrozados, de montañas de basura amontonadas, de monumentos reales que podremos visitar, de los interiores en muchos de los edificios… y de la poca vida que por toda ella circula. Veremos animales salvajes, animales domesticados perdidos sin sus dueños, grupos de ciudadanos que buscan provisiones y miembros de las facciones deambulando para asaltarlos a la primera de cambio. El resultado nos recuerda a la Atlanta de The Walking Dead, pero sin los caminantes que comen carne humana, claro.

Los tiroteos se apoyan en dos principios, mejorar nuestro equipamiento constantemente y utilizar bien las coberturas.

Ha mejorado la progresión, el jugador empezará con un editor para crear al mudo protagonista que lo represente en pantalla, pero al momento empieza a corretear, a parapetarse y a disparar a los enemigos. En seguida, la primera gran base. Luego, el contacto con el sistema de progresión, con las habilidades especiales, con la subida de niveles y la fabricación de nuevo equipamiento. Casi sin darse cuenta, estará en la siguiente base, cumpliendo objetivos para mejorar sus prestaciones, eliminado las zonas de asentamiento enemigos para que su cuantía baje en la región, buscando coleccionables y solventando misiones tanto secundarias como principales.

El mapa se convertirá en nuestro mejor aliado, con cada cuadrante dividido por el nivel recomendado para la incursión y la posibilidad de pedir ayuda tanto a la milicia como a otros jugadores que estén en el servidor con nosotros. Cada misión terminada, será un paso (escalonado) más en la asimilación del sistema de juego, una misión nos habilitará la fabricación, otra nos dará acceso a los clanes, otra a la Zona Oscura… hasta darnos cuenta que hemos caído en la trampa (jugable) que nos habían puesto. En un momento de reflexión, veremos que hemos entrado en la dinámica de forma progresiva, sin cortes abruptos, hasta que asimilemos que nos va a costar horrores dejarla de lado.

Análisis de Warhammer: Vermintide 2



Versión analizada Xbox One X. Copia digital proporcionada por FatShark.
En este mundillo en el que cada buena idea se replica hasta el hastío, tenemos que reconocer que poco se ha fusilado el fantástico Left 4 Dead. O sea plagiado mucho menos de lo que se debería. Sus momentos de tensión, la avalancha de enemigos o ese multijugador competitivo cruzado en el que los supervivientes se enfrentaban a los zombis especiales marcaron una época. Entre los pocos títulos (sobre todo si comparamos con otras “inspiraciones”) que podemos encontrar está el primer Vermintide, un producto más que correcto que destapaba todas sus esencias en cuanto cuatro amigos se ponían de acuerdo para acometer la aventura. Porque eso sí, pocos géneros resultan tan descafeinados en solitario como vibrantes con compañeros como los de supervivencia cooperativa. Y Vermintide conseguía transmitir sensaciones parecidas a Left 4 Dead cambiando los muertos vivientes por la contundente licencia de Warhammer.Hace nada os contamos qué nos pareció esta segunda entrega con motivo de su puesta de largo en PC, por lo que si queréis ampliar solo tenéis que pasar por el enlace que os lleva a nuestro anterior análisis de Warhammer: Vermintide 2. Y como decimos, el juego apuesta por el modo en línea. Podremos quedar con amigos que ya tengan el juego o siempre podemos optar por el emparejamiento virtual del mathmaking. El caso es que no nos falte apoyo para lo que se nos viene encima. Pero Warhammer: Vermintide 2 ofrece también la posibilidad de disfrutarse en solitario, tanto el prólogo que sirve de tutorial para reunir a los cuatro primeros protagonistas como en el resto de aventuras que nos proponen. Lo malo, es el que el progreso que obtengamos en solitario no podrá transferirse al modo multijugador. Parece ser que que quieren penalizar de alguna forma a los jugadores que den el salto de jugar desconectado a hacerlo con otras personas, lo raro es que al revés sí se permite, de manera que podremos mantener nuestro nivel si decidimos jugar offline.La historia sigue a pies juntillas el argumento de videojuegos de fantasía medieval, con una gran mal que hay que detener y un ejército de lacayos que morirían (de hecho morirán) por llevar a cabo los deseos de su señor oscuro. En nuestro caso, tenemos que dos facciones de las más conocidas del mundillo Warhammer unen fuerzas contra nosotros, se trata de los guerreros del Caos y los Skavens . Si no habéis jugado a Bloodbowl o no sabéis mucho de este universo, os resumiremos diciendo que los enemigos con armaduras más grandes y con más pinchos han hecho equipo con una plaga de hombres-ratas que cuentan sus filas por miles. En eso entran en juego nuestros protas, los mismos de la primera entrega aunque ahora guardan más de una sorpresa. Para empezar, los cinco héroes tienen ahora tres categorías disponibles en las que especializarse, lo que en realidad termina por convertirse en quince personajes diferentes. A eso debemos sumar que el árbol de habilidades es más variado y grande que el que vimos en la primera parte, por lo que resulta más satisfactorio la progresión.

Análisis de Vampyr



Versión analizada Xbox One X. Copia digital proporcionada por Badland Games.

Nos encanta el género de los vampiros.

Jóvenes ocultos

,

Noche de miedo

,

Regreso a Salem’s Lot

,

Buffy

… creo que menos

Crepúsculo

y

Brácula

, somos capaces de hincarle el diente a cualquier cosa que trate sobre estos adorables chupasangres. En los videojuegos, no hemos tenido ese juego absolutamente redondo, salvo

Vampire: The Masquerade

quizás. Y que quede claro, hay bastante de aquel título en este

Vampyr

del que os hablamos hoy. Dontnod Entertainment está detrás de esta macabra propuesta, suponemos que como punto de inflexión después de haber elaborado una de las aventuras más especiales de los últimos años,

Life is Strange

. Este

Vampyr

suena a portazo, a golpe encima en la mesa para dejar claro que el exitazo de su anterior propuesta no va condicionar el portafolio de nuevos trabajos. Porque si

Life is Strange

pudo resultar un tanto, digamos “ñoño”,

Vampyr

es un escupitajo de sangre en pleno rostro. Contrastes, lo llaman.

Porque la historia de Jonathan Reid puede resultar incluso rocambolesca. Estamos en el Londres de 1918, con la capital del imperio británico sacudida por la “gripe española” que enmascara una epidemia muchísimo mayor y peligrosa, el vampirismo. El pobre se ha despertado en una fosa común junto a montones de cadáveres que han caída víctima de la citada enfermedad vírica (la gripe, no la otra). Desorientado y consumido por una sed inhumada, en su despertar en la no-vida apenas distingue el primer bocado que su nueva condición le obliga a tomar… pero tal acción le condenará para siempre, ya que morderá a su hermana Mary provocándole la muerte. A partir de aquí se embarcará en un viaje sin retorno hasta encontrar a la persona que le convirtió en una criatura de la noche y consumar su venganza.

Decimos que la historia es rocambolesta porque Jonathan es un cirujano, un médico que ha vivido la guerra en sus propias carnes y que se ha especializado en transfusiones de sangre. Toma ya. Eso es devoción en una vida y en la otra. Poco a poco descubrirá que Londres está asolada por vampiros, por los Skals que les tienen pleitesía y por cazavampiros empeñados en empalar a todo lo que huela a muerto y camine. Pero no será lo único que encontrará en su cruzada, también hay ciudadanos que intentan seguir con su vida cotidiana entre pandemias mortales y asesinos sobrehumanos, así como algunos aliados que le aconsejarán y le podrán sobre la pista buena. Nosotros, nos empeñaremos en combatir contra los enemigos (humanos y no-humanos) mientras hablamos con los ciudadanos para obtener pistas y si lo consideramos oportuno, merendarnos alguno de ellos para conseguir de sopetón un buen puñado de puntos de experiencia. Ya nos avisan al arrancar el juego, cuanto más te comas, más sencillo es.

Análisis de Illusion: A Tale of the Mind



Versión analizada PlayStation 4 Pro. Copia digital proporcionada por Koch Media.
No siempre tenemos en nuestro radar todas las propuestas interesantes que están por llegar al mercado, a veces hay sorpresas. Hoy en día, cuando el marketing es tan (o más) importante que el propio producto, resulta gratificante que un título llegue de improvisto y encima te sorprenda. Justo eso hace Illusion: A Tale of Mind, un juego desarrollado entre Frima Studio y Groupe PVP que salió a la venta a principios de junio en las plataformas digitales de Steam, PlayStation 4 y Xbox One. Ya, diréis la mayoría, un juego sale casi de sorpresa porque es un indie, como tantos otros que salen cada dos días. En parte tenéis razón, pero basta con ver el acabado del juego y disfrutar de su onírico estilo para entender que estamos ante realmente especial. Resulta casi paradójico que no hayamos sido bombardeados con teasers, trailers, making of y similares zarandajas promocionales. Por lo menos este Illusion merecía ese esfuerzo.Emma tiene problemas. Para empezar porque se despierta atada en un mundo de pesadilla del que no sabe nada. Al menos allí se alía con Topsy, un gracioso peluche que revolotea a su alrededor y le da la réplica mientras investiga el oscuro y fascinante entorno en el que se encuentra. Conforme progresan por el llamativo lugar, descubren que allí se agolpan recuerdos y vivencias, retazos de un pasado deshilachado que necesita que vuelva a estar hilvanado. Porque no están solos. En la mente hay un intruso, un parásito que ha profanado y destrozado toda la psique del huésped. Emma, espoleada por la parlanchina mascota, intentará recomponer los los recuerdos mientras descubre la vida de esa persona, su identidad y ya de paso, sobrevivir al presencia maligna que todo lo corrompe. Para que nos hagamos una idea, Illusion viene a coger la idea de Del revés (Inside Out), la fantástica película de Pixar pero nos ambienta los recuerdos de esa persona en París durante los locos años veinte, en el que los clichés como el cabaret o el circo están a la orden del día.La historia atrapa, aunque durante el primero de los tres capítulos quede todo más o menos al descubierto. El amor, la familia, la envidia o las secuelas de la guerra quedan reflejadas en la trama, siempre con el surrealismo como bandera para reflejar una mente fracturada por el daño producido por el intruso y por uno mismo en momentos de auténtica desesperación. La jugabilidad puede resultar muy básica en el arranque, controlamos a Emma y por mucho que aporreemos los botones, solo uno servirá para interactuar con el entorno… y siempre cuando en pantalla nos indiquen que podemos tocar ese elemento. Esto permite que sea un juego asequible para todo tipo de jugadores, sobre todo para los que no tienen mucha destreza y se pierden entre gatillos y botones con formas geométricas dibujadas. Pero los puzles, son otra cosa. Al poco empezaremos a darnos cuenta que los escenarios comienzan a ser intrincados (no mucho), que perderemos más tiempo del necesario en admirar su puesta en escena, que los pocos coleccionables son de peso (como los gramófonos con narraciones y recuerdos del pasado) y que los acertijos ganan en importancia por mucho que se repita (un poco) su mecánica. En Illusion el puzle (y su solución) suele estar en el escenario, de una forma muy parecida a lo que hemos visto en el Hellblade de Ninja Theory. Encontrar el punto de vista adecuado para que el trasfondo de lo que vemos encaje y tenga sentido será más común de lo que creemos. De igual forma, rotaremos piezas para conseguir la sombra de la figura adecuada, compondremos puzles con las piezas de un espejo como si de un tangram se tratase o pulsaremos interruptores hasta que los elementos que giran a nuestro alrededor estén en la posición adecuada para que todo tenga sentido. En este caso tenemos que destacar el apartado gráfico y estético, porque el jugador quedará impresionado por la puesta en escena a nivel visual, pero también por su utilización para los propios puzles. Consiguen que todo tenga una coherencia mientras nos edulzan la retina. Quizás los personajes pierden interés con respecto a los escenarios, sobre porque esta obra se realiza con pocos efectivos principales y los tópicazos imperan, pero en realidad es que en esta ocasión el teatro es más importante que los propios actores. La banda sonora y las voces mantienen el nivel, mientras que los subtítulos en castellano nos ayudan a no perder hilo de todo lo que dicen. Illusion: A Tale of Mind es un indie como dios manda. Un título modesto pero con aires de grandeza, como bien refleja la pomposidad de sus escenarios o la obcecación de dejar casi toda la parcela jugable a recorrerlos mientras resolvemos puzles de un sitio a otro. La historia sirve de marco perfecto para que la parte jugable funcione, pero inevitablemente el juego está condicionado por una duración limitada a poco que seamos de los que nos guste pensar antes de pulsar opciones a lo loco. Bello y efímero (ya esto depende de cada uno) para un cuento trágico, un mundo increíble y una Alicia que sigue al conejo blanco por la madriguera más surrealista que recordamos en mucho tiempo. Tiene ese algo que engancha hasta terminarlo, que nos obliga a seguir para ver qué habrán ideado a continuación, pero termina pesándole una duración modesta y una rejugabilidad nula. Eso sí, solamente por el regusto que te dejará en el recuerdo visitar esta destrozada mente parisina, ya está el desembolso más que amortizado.

Los puzles, realmente conseguidos. La sencillez, solo usamos un botón.

Si acertamos con las pruebas de ingenio, puede durar un suspiro.

Estimulante juego que cuenta con su diseño y sus puzles para atraparnos hasta el final.

Análisis de Shape of the World



Versión analizada Nintendo Switch. Copia digital proporcionada por Terminals.
De vez en cuando, llega un juego del que, por muchos videos e imágenes que veas, no tienes ni idea de qué va. Puedes intuir, puedes especular,pero hasta que no coges el mando de control y aporreas un poco los botones no sabes a ciencia cierta el trasfondo del juego. Shape of the World es uno de éstos. No hace falta ser un lince para darse cuenta de que estamos ante un juego indie, una atrevida propuesta que llega desde Canadá y que llegará a casi todas las plataformas inimaginables. Nosotros nos hemos atrevido a jugarlo en Nintendo Switch, y la verdad es que creemos que no dejará indiferente a nadie. Por lo menos su planteamiento inicial, o lo amas o lo odias. Y es que, así de entrada, estamos ante un título que coge ideas de No Man’s Sky de Hello Games y las fusiona con Flower de Thatgamecompany. Sí, ya, todo el mundo esperará que esta rara propuesta se parezca más al segundo que al primero. Pues bien, coge lo mejor y lo peor de ambos como veremos a continuación.Se trata de un juego de exploración en primera persona, calcadito al mencionado Flower. En este colorido mundo, la fauna y la flora crecen a nuestro alrededor conforme avanzamos y lo tocamos todo a nuestro paso. Siempre de forma única (procedural), siempre con una paz sosegada para que sintamos la espiritualidad de su propuesta. No hay tiempo, ni enemigos que puedan hacernos perder la partida. Como mucho hay seres con los que comunicarnos, con los que interactuar. Y como siempre ocurre en esta vida, algunos serán sumisos y otros no se mostrarán tan afables a que invadamos su espacio vital. Pero siempre desde la tranquilidad más sosegada, porque si “tocamos” las columnas que tenemos justo delante surgirá una imposible escalera que nos deslizará a toda velocidad (quizás eso sea muy exagerado) hasta llegar hasta el siguiente ángulo. Porque en la lejanía, los gigantescos ángulos agudos con el vértice hacia arriba marca el camino.Querían que sintiéramos que estábamos en un mundo vivo. Un lugar cambiante tanto por el elemento procedural que permite que cada partida sea diferente (por lo menos en cuanto a una serie de patrones se refiere) como con los ritmos sonoros que se suceden. Los monolitos, las criaturas, los árboles… todo cambia y todo reacciona cada vez pulsamos el gatillo de interactuar. Pero no “mata”. A la hora de movernos, echamos en falta un puntito de velocidad que sí aparece cuando nos deslizamos por las escaleras “mágicas” o al tocar ciertos árboles (los que generan un breve impulso), pero entre que hay pocos elementos en pantalla y que la finalidad del juego se centra en la experimentación, sufriremos tramos en los que no sabemos ni lo que hacemos ni porqué lo hacemos.Volvamos a recordar los dos juegos del principio. De No Man’s Sky vemos las lineas simples, el colorido según líneas de código que alteran el mismo panorama bajo algoritmos que definen que una piedra sea ahora marrón y dentro de un rato verde. La sensación en ambos es la misma, ya he pasado por aquí por mucho que el bichito que salta sea distinto o el suelo sea rojo. De Flower coge la jugabilidad, flotar por el aire como si fuéramos una ráfaga caprichosa que sigue su camino… un camino encorsetado y predefinido, pero camino al fin y al cabo. En Shape of the World sabremos que no flotamos porque hay un botón de salto, el resto del tiempo casi lo creeremos. La idea de interactuar con un ecosistema, de perdernos en una surrealista vivencia dentro de un entorno cambiante suena a GOTY, pero en esta ocasión se rasca solamente la superficie. Hay muy pocos elementos y además, todo resulta muy simple. Al menos hay que reconocerle su modestia, otros con un poco más nos vendieron la burra como si fuese el juego definitivo. Sí, Hello Games, te lo digo a ti. Nos queda un apartado técnico curioso aunque modesto, en el que el uso del color es el aspecto más destacable junto al audio. Nos faltan cosas que hacer, elementos con los interactuar y zonas que explorar. Que tenga un sistema procedural por el que los elementos cambien no resulta un incentivo para volver en una segunda vuelta, a no ser que quedemos atrapados por esa indolencia de no tener un objetivo claro ni una amenaza que nos complique la vida. En ese sentido, Flower tiene más tensión jugable y resulta mucho más satisfactorio. En el juego que nos ocupa, se pierden las “formas” hasta quedar desdibujadas. La supuesta evolución no transmite y el ecosistema resulta insustancial. Puede resultar interesante visitarlo, pero no creemos que sea el mundo en el queramos perdernos una y otra vez fascinados por su inventiva. De eso, poco, la verdad.

En cada partida cambian los elementos. El audio. Los cambios de color.

La interactividad es poca y poco divertida. Muy simple en todos los sentidos.

No atrapa como debería, ni por la exploración ni por su mundo procedural. Al menos es bonito y suena bien, si queremos una propuesta modesta.

Análisis de The Bunker

Versión analizada Nintendo Switch. Copia digital proporcionada por Wales Interactive.

Que las aventuras gráficas son un género con solera, lo sabemos todos. Incluso la mayoría sabe que hubo un tiempo en el que se apostó por las aventuras con video grabado, películas interactivas que se beneficiaban del aumento de capacidad de las unidades ópticas para ofrecer secuencias completas con actores o dibujos animados que guiábamos con nuestras decisiones. Dragon’s Lair fue un éxito muy sonado por aparecer directamente en recreativa y por los diseños del mago Don Bluth, pero no fue hasta el asentamiento del Laserdisc y del Compac disc que pudimos disfrutar de este tipo de juegos en nuestra propia casa. Quedarán para el recuerdo ese Zelda para CD-i, las locas propuestas para el Mega-CD de Sega o el juego sobre Expediente X que llegó a la primera de las PlayStation en nada menos que cuatro cds (la versión de PC tenía siete). Que ahora llegue Splendy Games y pretenda revitalizar el género tiene tanto mérito como atrevimiento, sobre que todo porque después de probar fortuna en casi todas las plataformas conocidas hace como cosa de medio año, prueba fortuna en nuestra versátil Nintendo Switch.

Y que no os lleve a engaños, The Bunker mantiene los mimbres de las aventuras “Full Motion Video” de siempre, porque no son otra cosa que una sucesión de videos engarzados de forma lineal según nosotros elegimos entre las opciones de la pantalla. Casi siempre serán textos o caminos, lo que desembocará en que se reproduzca un video u otro, en ocasiones, el mismo que ya hemos visto si decidimos pasar por un lugar ta visitado o realizamos la misma acción varias veces. De esta forma, la gracia reside en el argumento y en la producción, porque la jugabilidad inevitablemente se ve lastrada por una estructura obviamente lineal por mucho que en Splendy Games tengan buenas ideas para sorprender al jugador. Podrán enmascarar el recorrido, pero que a nadie le sorprenda ni la duración efímera ni la simpleza de la jugabilidad.

The Bunker cuenta con actores profesionales como Adam Browm, al que vimos en el papel de Ori durante las tres innecesarios entregas de El Hobbit. A su lado, secundarios británicos que hemos visto en series como Penny Dreadful o Game of Thrones, como Sarah Greene o Ralf Kenning. Y paramos de contar, algún que otro extra para hacer bulto y poco más. También porque The Bunker propone una historia intimista, que como bien podemos intuir, tiene lugar en un búnker. Nuestro protagonista, John, ha nacido en el búnker. Su madre le dio a luz justo cuando la bomba nuclear lo arrasó todo, y desde entonces, ha mantenido día a día las mismas directrices para seguir con vida. Sus vitaminas, medir la radiación, comprobar los niveles del refugio, comer melocotones en almíbar… todos los días lo mismo para sobrevivir. Treinta años dentro de esos túneles, de esas oficinas, de esos almacenes vacíos de vida y esperanza. Porque John, tras morir su madre, es el último habitante del búnker. Como era de esperar, algo pasa. El ordenador da un error de diagnóstico y toca cambiar los fusibles del nivel dos. Con todo lo que ello supone, sobre todo a nivel emocional. Porque John ha sufrido pérdidas, la de otros supervivientes, la de su madre y todo ha desembocado en un bloqueo que le impide aventurarse en los mismos pasillos en los que hace años jugaba de pequeño.

La aventura gana en matices conforme progresamos, gracias a los flashbacks que nos ponen en antecedentes de lo que allí ocurrió y que explican la situación a la que se ha llegado. Pero por mucho que escuchemos cintas, revisemos documentos y visitemos pasillos, nos quedará la impronta de que está todo decidido, que nosotros solamente estamos ahí para acompañar a John, no para dirigirlo. Al menos la secuencias tienen buena calidad, dentro de la modesta producción que es. Ni decorados de enjundia ni vistosos efectos, aquí todo resulta sobrio como la oficina de un notario. La resolución de la imagen es más que aceptable, y los elementos “adicionales” incrustados en pantalla con los que interactuamos (como las libretas o los monitores) encajan bien dentro de la mecánica jugable. Nosotros elegiremos las opciones de John con un puntero, pero si jugamos con la consola en modo portátil, además podremos utilizar la pantalla táctil para señalar nuestras decisiones. El audio está en inglés, aunque han tenido la bondad de localizar los subtítulos a un porrón de idiomas, entre ellos el castellano.

The Bunker es una película, no un videojuego. Y eso ocurre por la escasa jugabilidad, limitada a un puzle medio en serio y a una decisión de peso un par de minutos antes de terminar la aventura. En el camino, nos limitaremos a pulsar los iconos blancos para leer el texto secundario que aporta cimientos a la trama y para ver las secuencias de video. De éstas últimas, nos quedamos con los flashbacks de largo, al menos resultan más interesantes y aportan cosas al espectador. Si ya te has pulido todo el catálogo de Netflix y HBO y quieres ver un episodio piloto experimental de la BBC, en The Bunker encontrarás justo lo que buscas. Tan cortito como simple.

Análisis de La Tierra Media: Sombras de Guerra



Versión analizada Xbox One. Copia digital proporcionada por Warner.
Ya nos pasó en Mordor, nos cogió por sorpresa. Nadie esperaba que Monolith, un estudio tan centrado en un género como el shooter en primera persona, fuese capaz de cambiar de registro de forma tan efectiva. Porque Monolith Productions son los de F.E.A.R., la aterradora trilogía que conseguía que Sadako de The Ring nos pareciera un personaje de Rugrats. Pues a ellos le encargaron continuar con la marca de el Señor de los Anillos después de que Peter Jackson exprimiera hasta el hastía ese librito que es El Hobbit. Y lo hicieron cambiando de género y de planteamiento, inspirándose en dos fórmulas consagradas para no sacar los pies del tiesto. Por un lado, el sistema de juego abierto de Assassin’s Creed, por otro, el sistema de combate de Arkham Asylum. Todo ello bien sazonado con un añadido personal que se convertiría en clave, el modo Némesis. El resultado, Shadow of Mordor, el mejor juego sobre la obra de Tolkien que recordamos. Y tenemos buena memoria.Como Frodo y sus amigos de la Comarca están más vistos que una reposición de La que se avecina, en Monolith tiraron de literatura para colocarnos en la piel de Talión, el aguerrido montaraz que está poseido por el espíritu del elfo Celebrimbor, y así de paso darle su ración de habilidades especiales al protagonista gracias a los poderes espectrales de la fantasmagórica entidad invitada. Ambos tienen su sed de venganza, por lo que el gondoriniano se convierte en el mejor instrumento para nuestro ectoplásmico amigo. Después de esquilmar toda Mordor en el anterior videojuego, el dúo mono-corpóreo regresa en esta continuación para terminar el trabajo iniciado, que no es otra que hacer frente al mismísimo Sauron y a su cohorte de ejércitos orcos. Y si de paso podemos forjar un anillo de poder sin el influjo de Sauron para decantar la guerra a nuestro favor, mejor que mejor, claro que perderlo a manos de Ella-la-Araña al comienzo de nuestra aventura solamente será el primero de los acontecimientos que nos esperan.Sombras de Guerra no toca lo que ya funcionaba, pero lo pule hasta el punto de parecer otra cosa. Las modestas zonas de avanzadillas del primero son ahora enormes fortalezas a las que podemos acceder desde diferentes ubicaciones. Esta entrega es más “urbanita”, más vertical y compleja en lo que a estructura se refiere. Pero siempre con las ideas muy claras. Una ciudad de Gondor sitiada por el enemigo resultará mucho más placentera de recorrer que una explanada gris y marrón en Mordor, por mucho que ambos escenarios estén plagados de tareas. Pero de todas ellas, irremediablemente caeremos rendidos a la busca y captura de los capitanes orcos. Primero por conseguir la información sobre ellos, luego pasamos a localizarlos para finalmente ejecutarlos gracias a lo que hemos aprendido sobre ellos. Un “Requiescat in pace” tras otro, pero con detestables orcos pestilentes. Cazar orcos es la base del juego, no porque sea la finalidad última, si no porque es lo más divertido de todo lo que nos encomiendan hacer. Porque como buen placebo de Assassin’s Creed, Sombras de Guerra sufre del Ubisoftismo más absoluto y a las primeras de cambio, el mapa de la zona en la que estemos se llenará de iconos en los que veremos tareas de todos los colores. Torreones que liberar del influjo de Sauron, incursiones orcas que dispersar, glifos elfos que “traducir”, recuerdos del pasado de Celebrimbor que rememorar… por contenido que no quede.

Análisis de Redout



Analizado en Xbox One. Copia digital proporcionada por 505 Games.
RedOut

es conocida en nuestro idioma como la “eritropsia” o “visión roja”, que no es otra cosa que una alteración en la percepción de los colores de carácter temporal. Vemos las cosas teñidas con un tinte rojizo, que parece colorear todo lo que vemos. Se trata de un trastorno temporal que puede darse en múltiples situaciones, entre ellas, al pilotar un avión de alta capacidad y realizar maniobras bruscas al ir en picado. En 34BigThings han pensado que sería un nombre ideal para su último videojuego, un primo hermano de la serie

Wipe Out

que llega ahora a las consolas de sobremesa tras su estreno en PC el año pasado.

Pocas veces se acertó tan de lleno con un nombre. Este estudio de desarrollo afincado en Italia no ha tenido grandes aciertos en sus proyectos anteriores, porque ni las peripecias de OttO el hámster en los smartphones ni el multijugador para cuatro jugadores Hyperdrive Massacre han calado entre el respetable. Pero RedOut ha dado de pleno en la diana. En PC está considerado uno de los mejores títulos del género, mientras que el vacío que existe en Xbox One y Nintendo Switch (por lo menos hasta que F-Zero sea una realidad) lo convierten en un título a tener muy en cuenta. En PlayStation 4 tiene competencia con ese maravilloso placebo que ha resultado el recopilatorio de Wipe Out, pero ése es otro tema. RedOut es adrenalina en vena.

RedOut es un juego de carreras con naves antigravitatorias es circuitos imposibles, de esos que se retuercen y nos ponen bocabajo a cada momento. Sí, tiene multijugador en línea para que hasta seis jugadores se batan el cobre en partidas igualadas y privadas, pero lo mejor de todo es que también ofrece carreras a pantalla partida para que montemos un campeonato con amigos en casa. Completa la oferta las carreras contra la inteligencia artificial, una chuchería que se queda en nada cuando acometemos el modo “Trayectoria”. Porque es en este impersonal modo historia sin argumento donde se cuece todo. Una sucesión de eventos de diferente índole agrupados por categorías, cuatro concretamente. Cada una restringe un tipo de nada de cada escudería. Cada prueba puede superarse con un “bronce”, pero lo suyo es que ganemos el “oro” en cada una para acumular más y más dinero.

Porque como ocurre siempre, todo tiene un precio. Desde adquirir los potenciadores activos (que se desencadenan al pulsar el botón correspondiente) como los pasivos (no hay que hacer nada para notar sus efectos) con sus correspondientes mejoras, hasta las naves del resto de marcas así como los nuevos modelos para dar el salto en cuanto a cilindrada se refiere… para todo esto hay que pasar por caja. Realmente las primeras carreras resultan muy asequibles, sobre todos las carreras contra otros naves. Conseguir los mejores registros en las pruebas cronometradas es otro cantar, igual que el primer salto de categoría: tocará invertir bien el dinero en las mejoras si no queremos ver a nuestros rivales pasarnos como si fuéramos tortugas en una autopista.

Análisis de Bleed



Analizado en Xbox One. Copia digital proporcionada por Digerati Distribution.

Hoy hablamos de Bleed, el juego de Bootdisk Revolution que salió en Xbox Live Indie Games y PC hace la tira de tiempo, casi cinco años. Ahora el título llega a PlayStation 4 y Xbox One, de la mano de Digerati Distribution por menos de diez euros y como antesala de que llegue también a consola la segunda parte de la serie. Porque Bleed se convirtió en franquicia este mismo año con muy buena aceptación, por lo que no nos extrañaría que se anunciase también una versión del mismo que acompañe a la primera parte. Estamos ante un juego arcade de esos que revindican que cualquier tiempo pasado fue mejor, que el píxel es bello en cada una de sus aristas y que para que reconozca nuestra valía tenemos que hacer una partida perfecta respaldada por nuestra puntuación. Lo que conocemos como esencia de salón recreativo.

Es la historia de Wyrn, una chica de pelo rosa que quiere convertirse en la gran heroína de los videojuegos. Para ello cuenta con un buen arsenal de armas, un bloc de notas en el que tacha sus logros y mucha determinación. Y poco más que decir, Wyrn se mueve con el stick y dispara en 360º con el derecho mientras cambia de arma, salta y ralentiza el tiempo. Bueno, realmente solamente salta una vez, las dos siguientes pulsaciones son impulsos que la hacen moverse más rápido hacia arriba para esquivar y alcanzar zonas superiores. En cuanto a lo de ralentizar el tiempo, realmente consigue que durante el tiempo en el que desciende ese medidor, todo ocurre a una velocidad más baja que permite anticiparse a lo que está por venir, que no es otra cosa que sortear los proyectiles enemigos y poder anticiparse a sus rutinas de movimiento.

Bleed es acción directa. Sin relleno. Siete niveles repletos de enemigos, obstáculos, escenas vertiginosas y jefes finales llenitos de patrones de movimientos diferentes. El juego nos incita a disparar tanto para acabar con los enemigos como para evitar que nos hagan daño, como al eliminar sus disparos. Porque de eso va, de disparar, esquivar y que no nos toquen. Conforme disparamos, sumaremos puntos que aumentarán nuestro grado de puntuación (D, C, B, A y S muy similar al sistema de letras de Devil May Cry) con la idea de terminar el nivel (vencer al enemigo final) con el rango más alto. Lo malo es que cada vez que nos toquen, el rango bajará drásticamente, de forma que puede que perdamos casi todo lo conseguido en un descuido.

Nuestro objetivo no es superar los niveles, es hacerlo con estilo al aprovechar el medidor que ralentiza la acción y encadenar los saltos para describir piruetas que nos hagan permanecer indemnes. Por supuesto no lo conseguiremos de primeras, pero al menos conseguiremos mejoras y nuevo armamento con los puntos que ganaremos al intentarlo nuevamente. Los cuatro niveles de dificultad alteran la ubicación de los enemigos pequeños y modifica las rutinas de los jefes finales, tanto de los que aparecen en la mitad de la fase como los que esperan al final de la misma. A todo esto debemos sumar los tres personajes que podemos desbloquear, el modo “arcade” para terminar cada nivel con una sola vida, las mencionadas mejoras que podemos adquirir en la tienda y el modo desafío para que nos enfrentemos a tres de los enemigos finales (a elegir) a la vez. Poca broma con eso último.

El juego abusa de los píxeles, de las animaciones minimalistas y de colores rancios (marrones, grises y derivados) para ofrecernos un espectáculo de acción sin tapujos. Los niveles duran pocos minutos, por lo que podemos pasarnos el juego en menos de media hora, pero volveremos una y otra vez para conseguir más puntos que potencian a nuestro personaje y para interiorizar las mecánicas y secretos de cada parte del juego. Juega, muere, repite. Bleed ya estaba obsoleto en 2012, pero como lo retro está ahora mismo en una segunda juventud, casi se le pasa. Se le pasa por eso, por el sentido del humor y porque resulta muy satisfactorio ponerse a jugar casi de inmediato, con esa fórmula de partidas de cuatro minutos que se convierten en chupitos de adrenalina. La música y los efectos de sonido son tan viejunos como los píxeles que utiliza. Bleed es un rompemandos tan divertido como modesto. Ya vendrá la segunda parte a ofrecer nuevas acciones y más recursos, lo que esperamos es que la inmediatez se mantenga tan presente como ocurre en este juego. No rompe esquemas, ni se lo propone. Es simple acción de la de siempre, como hacía mucho que no veíamos.

Los matices en la dificultad al cambiar de arma, dificultad o personaje.

El apartado gráfico podría pasar por el de un Spectrum 48K.

Sin muchos alardes, el juego consigue tenernos enganchados. Ideal para partidas cortas.

Juanito Arcade Mayhem sale a la venta para recuperar nuestra niñez


Game Ever Studio es una compañía argentina (de Buenos Aires, concretamente) que alterna sus trabajos de animación (

El Gatito

) con los videojuegos. Su nuevo (y esperado) juego es

Juanito Arcade Mayhem

.

Juanito es un muchachito empijamado que debe hacer frente a unos malosos marcianos que quieren conquistar el mundo. Porque son mala gente y se llaman Clonocélulas. Para ello han contaminado y atrapado los videojuegos clásicos para tal fin, desde Donkey Kong, Tetris o Adventure Island. Es un shooter en 2D con mecánicas de Pang, jefes, minijuegos y colección de armas. Además tiene un diseño caricaturesco.

Cuesta 9,99 euros pero tiene un 10% de descuento de lanzamiento, traducido a varios idiomas, logros y control con mando. Está para PC (Steam).

Análisis de Serial Cleaner

Versión analizada Xbox One. Copia digital proporcionada por VIM Global Consulting.

Quien no conoce la historia de la humanidad tiende a victimizarse en un eterno lamento de que le ha tocado vivir una época de desdicha y que sus antecesores tuvieron mejor suerte. Todo es relativo porque ninguna época es igual que la anterior ni la siguiente, las décadas se suceden en constante cambio. Lo único cierto es que el mundo es incierto. La gente suele asociar los años 70 con la música disco, los inicios de los videojuegos y el horterismo en general. No les falta razón pero también es cierto que fue una época convulsa con su reverso tenebroso. Crisis generacionales, cambios políticos, guerras absurdas, desencanto y pesimismo como raíz de todos los males. Fue sobre todo la década de los asesinos en serie y de la violencia entroncada como base de la sociedad. Sí, ahora tenemos pandilleros, terroristas y youtubers, pero en los 70 aparecieron los asesinos en serie más famosos de Estados Unidos, los

Serial Killers

. ¿Por qué hablamos de todo esto en la introducción? Porque es fundamental en Serial Cleaner, por su forma y contenido.

Bob el limpiador

Ifun4all es un estudio polaco Con apenas dos juegos publicados no especialmente famosos (Red Game Without a Great Name y Green Game: Time Swapper, ambos con un uso exagerado del color) que tiene todas las papeletas para hacerse notar gracias a este proyecto. Desde que debutó como Early Access en Steam en septiembre de 2016 ha cosechado buenas opiniones de usuarios y medios, así que ahora llega a la venta definitiva para PC, Mac, Linux, PlayStation 4 y Xbox One. Es ante todo un juego de sigilo con una historia oscura entre manos. No son fases y fases absurdas con pruebas de sigilo sin causa ni motivo, sin apenas trama ni personajes. Aquí todo tiene su importancia argumental y sus repercusiones.

Bob Leaner es un joven antiheroico, no un villano, pero sí un protagonista que acepta dinero en vez de hacer preguntas sobre su procedencia. No es un matón ni un mafioso, ni soplón ni camello, sino un limpiador, quien se encarga de retirar los cuerpos y las pruebas inculpatorias de una escena del crimen antes de que la policía pueda identificar a los responsables. Sin duda alguna los años 70 son el escenario ideal para su profesión, con las bandas callejeras en auge y la presencia implacable de la mafia, quien decide a los campeones de boxeo o lo qué pueden escribir o no los periódicos. No se siente culpable de ello, porque los cadáveres ya están servidos y si no se ocupa él de recogerlos lo hará otro. Todo cambia cuando un nuevo cliente contacta con él, uno muy misterioso y que paga bien. A pesar de sus buenas formas hay algo extraño en él y en sus encargos. Bob se replanteará su vida y su trabajo… ¿Pero podrá reformarse?

El limpiador de cuerpos

La idea es sencilla. En cada encargo debemos quitar de en medio todas las pruebas posibles: deshacernos de los cadáveres, recoger las pruebas y limpiar la sangre. Finalmente huir, claro. No hay que matar a nadie, ni siquiera noquearlos. Como es de esperar, cada objeto está custodiado por uno o dos policías, a veces fijos en su puesto a veces de patrulla. No son los más listos pero si oyen ruidos o ven que desaparecen los cuerpos sospecharán algo. Los cadáveres son los más dificultosos de gestionar, porque hay que recogerlos y llevarlos a un punto concreto, bien nuestro maletero del coche como a zonas especiales donde se destruirán, como trituradoras de carne, caimanes o pirañas en un acuario. Además al llevar cuerpos a cuestas caminaremos más lento y no podemos interactuar con casi ningún objeto. Las pruebas son más accesibles, porque se guardan en el bolsillo ¡y listo! No hay que llevarlas a ningún lado especial y podemos cargar con más de una o al mismo tiempo que los cadáveres. La sangre tiene un peligro extra. Al limpiar haremos ruido con el aspirador y alertaremos a los guardias cercanos, aparte que limpiar un gran charco puede llevar tiempo. Es lo que tiene limpiar sangre con un aspirador… es absurdo, ruidoso y cómico. A veces es aconsejable dejarlo para ultimo lugar ya que los charcos son resbaladizos y aumentan nuestra velocidad al andar.

A medida que aumenten los encargos la dificultad será creciente, por lo que debemos ser audaces y planear estrategias nuevas. Se invita a ser imaginativo y arriesgado. En los escenarios hay elementos movibles, elementos sonoros, atajos y escondites. Al mover un objeto (caja, coche, puerta) modificamos la rutina de los policías, los dejamos encerrados en una área concreta o nos sirve para ocultarnos. Los elementos sonoros (radios, lavadoras) provocan ruidos que llamarán la atención de los enemigos y los moverá de su puesto para inspeccionar. Los atajos llevan de un punto a otro del mapa sin ser vistos y a gran velocidad, ideal para tomar rutas secretas o escapar. Los escondites son esenciales porque evitan que seamos detectados, para escapar de los enemigos y vigilar la zona.

Una herramienta esencial para el sigilo es el “Sentido de limpiado”, que nos señala con marcas los elementos importantes (cadáveres, escondites) a la vez que nos ofrece una visión panorámica del escenario. Eso sí, sin detener el tiempo. Hay que tener en cuenta el radio de visión y las ondas sonoras de ruido. Cada policía tiene una visión, unos de mayor radio y otros menos, y si entramos dentro de su contacto visual seremos detectados. Con la experiencia sabremos esquivarlos aprovechando objetos, paredes, rincones y los ángulos de visión. Su vista se adapta a cada medio pero tiene limitaciones. El color indica la actitud del guardia, si está tranquilo, atento, nervioso o si nos ha detectado. También nos puede oír con la aspiradora o al cargar o descargar los cuerpos, pues las ondas sonoras pueden traspasar las paredes.


Análisis de Yo-kai Watch 2: Carnánimas

Versión analizada en New Nintendo 3DS. Copa digital proporcionada por Nintendo.

Siempre he considerado a Nintendo la desarrolladora para “todos los públicos” por excelencia. Desde el sobrino que apenas balbucea hasta la abuela con sordera puede disfrutar de sus videojuegos. Todas sus franquicias son atemporales. Eso sí, cuidan a la perfección a los más pequeños de la casa con productos de marketing hechos a la medida. Hace décadas que vivimos la fiebre

Pokémon

, con sus series y juegos de cartas. Luego pasamos a los misterios de

El profesor Layton

, los partidos de fútbol rolero de

Inazuma Eleven

y ahora estamos en plena etapa

Yo-Kai Watch

. Series de televisión, peluches, mangas… todo el paquete completo. Lo mejor de todo, es que Nintendo aguarda paciente el momento justo, como con

Yo-Kai Watch

, que el juego no ha llegado a nuestro país hasta que no se localizado al castellano la serie y los videojuegos. Para que nos entendamos, este

Yo-Kai Watch 2

que hoy nos ocupa salió en Japón en julio de 2014, llegó a Estados Unidos en septiembre del año pasado y ahora cruza nuestras fronteras. Vamos tarde, pero nos ponemos al día.

La marca Yo-Kai Watch está en manos de Level-5, uno de los mejores estudios nipones en cuanto a juegos de rol se trata. Además, están especializados en títulos con diseño anime, Ni no Kuni o El profesor Layton sirven de ejemplo de lo que decimos. Como ya comentamos en su día, la licencia Yo-Kai Watch bebe directamente de las fuentes de Pokémon a la hora de crear la estructura de juego basada en la captura de monstruitos (espectros en este caso) y de dirigirlos en combates contra sus semejantes. Esta segunda entrega mantiene ese mismo planteamiento, pero salta a la vista que gran parte de lo que ofrece está sacado directamente del primer juego. Es lo que ya vimos en su día pero con añadidos, como más Yo-Kais y un par de nuevos escenarios que se suman a los que ya había.

Sí, hay novedades en los combates y en los minijuegos, pero no son otra cosa que variaciones o ampliaciones de lo que ya conocíamos. Porque seguimos las peripecias de Nathan Adam después de hacerse con la curiosa máquina (parecido a un reloj de pulsera) que le pondrá en contacto con los Yo-Kai (criaturas gamberras como los Gremlins pero hechas de ectoplasma), gracias a uno de ellos, el simpático Pikachu… digoooo… Whisper. El arranque del juego servirá para hacernos con el sistema de juego y el manejo, de gran ayuda si no pasamos por el título original, pero ni el giro argumental que nos hace retroceder 60 años en el tiempo (para buscar a los Yo-Kai clásicos basados en el folclore nipón) aporta la chicha suficiente más que alterar levemente lo que ya hemos visto con anterioridad. Como ocurre con la serie Pokémon en las tiendas hay dos versiones del mismo juego, la llamada “Fantasqueletos” y la “Carnánimas”, las dos facciones de Yo-Kais que se enfrentan en la aventura. Entre las novedades encontramos que la música de la introducción difiere (misma letra, distinto género), representar a ese mismo bando en los enfrentamiento en línea y como era de esperar, diferentes Yo-Kais exclusivos de cada una de ellas.

En lo que sí innova respecto al primer Yo-Kai Watch es al añadir el multijugador para enfrentarnos a un amigo mediante conexión a internet, intercambiar medallas o para liarla parda con el modo “Blasters” junto a tres compañeros, un modo cooperativo en local (cada uno con su juego, que conste) en el que durante una pesadilla encarnaremos a un Yo-Kai de nuestra cuadrilla para vencer al Oni (un Yo-Kai de los que hacen pupa) entre todos. Cada jugador deberá tomar su rol en el grupo para salir victorioso (tanque, sanador, comando…) en los enfrentamientos más complicados con un equipo bien equilibrado, al más puro estilo MOBA. Se trata de una novedad más que interesante, pero que queda muy restringida al estar solamente disponible para jugar en local.

El juego llama la atención por su diseño anime, lleno de colorido y de simpáticos bichitos, algo que funciona a la perfección en la portátil y que ayuda a paliar el tiempo que lleva publicado en su país de origen. Nintendo ha tirado la casa por la ventana para ofrecernos un juego perfectamente localizado a nuestro idioma, desde la canción de la intro (con subtítulos para que cantemos) hasta cada frase que dicen. Claro que no todas las conversaciones tienen voces, pero sí las secuencias tanto de animación como las que están realizadas con el motor gráfico. El efecto tridimensional del juego es muy bueno, sobre todo porque se beneficia de la perspectiva aérea empleada para mostrarnos la ciudad y los escenarios. El toque de cel-shading es una delicia, en ese sentido, se notan mucho los años de experiencia de Level-5 con esta técnica.

A poco que te guste el mundo de Yo-Kai Watch, ya habrás elegido bando y estará atrapando espíritus con el bueno de Nathan como avatar principal, pero si todavía no han entrado en el mundo de las mascotas del más allá, debes saber que esta segunda entrega puede ser tu punto de partida. A poco que conozca a los personajes no necesitarás mucha más introducción a su universo, y las similitudes de estructura con respecto a la primera parte invitan a empezar con esta segunda entrega desde ya mismo. Un bueno juego, irremediablemente continuista, pero que enganchará a todos por igual, grandes y pequeños.

El multijugador. Los nuevos Yo-Kai, sobre todo los clásicos. La localización.

Estructura de juego muy parecida a la de la primera entrega, demasiado.

Esta segunda parte pierde fuelle con respecto a la primera, reutiliza contenido e innova poco en el fondo. Se agradece mucho el multijugador.

Michelle Jenner interpreta a Aloy, la heroína de Horizon: Zero Dawn (PS4)

Sony cuida el doblaje de sus exclusivos y eso se refleja en el reclutamiento de actores y actrices profesionales del sector. Porque además de jugar hay que escuchar, porque los monigotes virtuales también nos cuentan su vida y es interesante prestarles atención.

Michelle Jenner será quien ponga voz a Eloy, la pelirroja con rastas que caza dinosaurios mecánicos en Horizon. Zero Dawn. La cazadora tiene una misión y viajará de un lado a otro mientras conoce a gente variopinta.

Jenner lleva trabajando en el mundo de la interpretación desde que era una zagala, puesto que su familia también es de artista. La hemos podido escuchar y ver en multitud de películas y series como Julieta, Nuestros amantes, Tenemos que hablar, Extraterrestre, Spanish Movie, La catedral del mar, Los hombres de Paco, Isabel o Harry Potter.

Para finalizar este día de algarabía audiovisual, Sony ha mostrado el tráiler de historia ya con la voz de Jenner en acción. Recordemos que saldrá el 1 de marzo gracias al esfuerzo de Guerrillas Studios.