Análisis de Gene Rain

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Versión analizada Xbox One X. Copia digital proporcionada por Plan of Attack.

A ver cómo explicamos ésto. Pues Gene Rain se estrena en Xbox One después de su paso por PlayStation 4. Realmente entre uno y otro apenas han pasado un par de semanas, pero lo contamos tal como ha ocurrido. Estamos ante una propuesta de Deeli Network, equipo de desarrollo chino que se ha inspirado en un peso pesado de la industria para su videojuego. Ese juego es Gears of War y Deeli Network no es Epic Games, pero no les falta atrevimiento. Se han armado de valor y han intentado dar la réplica en este periodo de descanso entre la cuarta y la quinta parte de la serie, además de aprovechar que en la consola de Sony no hay nada tan parecido al título de Microsoft. ¿Conseguirá este desconocido estudio dar el campanazo y ofrecernos una alternativa contundente en el género de los shooters en tercera persona? Os lo vamos a espoilear ya, ni de lejos.

Para empezar el argumento es un galimatías de proporciones tremebundas. Encarnamos a un “escuadrón de la muerte” que alterna sus protagonistas para que el jugador crea que algo cambia… pero no. Da igual que llevemos al humano, al robot o al medio robot medio humano… las armas y las acciones son las mismas (solo cambia un movimiento especial del que nos olvidaremos enseguida). La trama se sucede con secuencias de video de dudosa calidad y las típicas conversaciones que tendrán nuestros ¿héroes? al moverse por el escenario. Y sí, cuando hablan por radio o con un secundario, caminan lentito como hacían Marcus y Dom en 2006. Si ellos tuvieron su día de la emergencia, nosotros tendremos nuestra lluvia genética que está diezmando a la humanidad. Un compuesto capaz de alterar genéticamente a las personas se ha liberado a las atmósfera, de forma que una mínima parte de la población es capaz de sobrevivir a este re-ordenamiento genético que les provoca. Impedirlo será nuestro objetivo, para ello deberemos derribar las “torres de viento” que se encargan de distribuir esta pandemia, todo ello salpicado con niños histriónicos con delirios de grandeza, ejércitos de androides que sirven de carne de cañón y nuestros forzudos protagonistas que no van a cesar en su empeño por solventar la situacion.

El núcleo del juego es Gears of War al cien por cien. La acción de correr pondrá la cámara justo en nuestra espalda para que resulte más cinematográfico, cada vez que aparezca una amenaza la cámara girará hasta ella automáticamente, las puertas se abren de un patadón y los tiroteos desde las coberturas se suceden cada vez que aparecen los enemigos. Sí, justo lo que estás pensando, aparecen de debajo del suelo como lo hacían los Locust. Pero la cosa sigue, el botón de recargar es el mismo aunque no tengamos recarga activa y la selección de armas se hace con la cruceta, un arma para cada dirección como ya vimos en el juego de Cliff Bleszinski. ¿Seguimos? Vale, para conseguir más munición bastará con recoger cajas azules diseminadas por el escenario, mientras que cuando queramos lanzar una granada aparecerá una linea azul que describirá la trayectoria de la misma al pulsar el gatillo de apuntar. Todo calcado, cambiando los Locust por robots y la diversión por tedio. Porque otra cosa no, pero detalles que se podían pulir hay a mansalva. Entre ellos, la detección de colisiones, la brusquedad a la hora de pegarnos y despegarnos de una cobertura, los insufribles tiempos de carga, las conversaciones soporíferas, los checkpoints mal ubicados (como al inicio de una larga charla que no podemos pasar)… una joyita.

Vale, creo que ya ha quedado claro que querían hacer algo medianamente parecido a la serie que inició Epic Games. Pero en su osadía, el estudio de desarrollo apostó por la versátil herramienta Unity en lugar del efectivo acabado del Unreal Engine. En serio. Eso hicieron. El resultado salta a la vista. No solo salta, si no que irrumpe en nuestras pupilas y las destroza desde dentro. Hacer un clon de Gears of War sin Unreal Engine es como hacer un gazpacho sin tomate, como un gintonic sin tónica o una barbacoa sin cerveza. Pueden jurar que tenían buenas intenciones, pero el resultado se podía anticipar desde hace tiempo. Nos falta empaque, espectacularidad, falta sustancia. Ni los enemigos intimidan ni los aliados imponen. Y todo con esa dicotomía de flares azules para nuestros protagonistas y rojos para los adversarios que no paran de recordarnos al juego que quieren parecerse. Otra cosa, el juego presenta en Xbox One X la posibilidad de aumentar la resolución exponencialmente para los que tienen enormes teles 4K. Ni os lo planteéis. Es activarla y bajar la tasa de imágenes por segundo a la latencia del parpadeo de un epiléptico. Ah, llega en inglés totalmente, voces y subtítulos.

Si existiese una versión demoniaca de Gears of War en el mundo oxidado y perturbador de Silent Hill, sin duda ese juego sería Gene Rain, un juego que pondrá al límite tu paciencia y tu habilidad para seguir jugando cada nueva pantalla que aparezca. Todo un reto para los que se crean capaces de jugar a cualquier cosa con tal de engrosar su perfil con los logros y trofeos de turno. No tiene cooperativo en línea para que podamos despotricar del juego junto a un amigo, el modo secundario de hordas mantiene el nivel de la campaña (esto que digo no es un halago) y el novedoso sistema de mejorar tanto las armas como a nuestros protagonistas no tiene ni chicha ni limoná. Terminemos con lo menos malo, dura poco (sobre las cuatro horas), los logros saltan que da gusto, sale por menos de treinta euros… y puede mejorar. Tal y como está montado el negocio, todavía pueden sacar parches y actualizaciones que le den brío al título tal y como está ahora, sobre todo si tenemos en cuenta que en nuestro país sale el 31 de julio. Esperemos que se pongan las pilas porque Gene Rain parece la versión de Gears of War que encontraríamos en un bazar de esos en los que paramos a comprar el Monster y un paquete de patatas camino de casa.

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Gene Rain