Análisis de Kingdom Come: Deliverance

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Versión analizada Xbox One X . Copia digital proporcionada por Koch Media.

Lo más probable es que Warhorse Studios no os suene. Y con razón. El equipo de desarrollo detrás de

Kingdom Come: Deliverance

lleva mucho en esta industria, pero bajo ese nombre es la primera vez que publican algo. Pero lo hacen a lo grande, con un título enorme que ha costado muchos años sacar adelante. Entre sus integrantes encontramos gente de la industria, que ha pasado por Altar Games, Codemasters o Bohemia Interactive, pero si hay una persona que destaque dentro del organigrama, es sin lugar a dudas su fundador Daniel Vávra de 2K Czech, principal responsable de las dos primeras entregas de la serie

Mafia

. Estamos ante una obra que ha crecido de la nada, sobre todo por la insistencia de sus creadores en sacarlo adelante de la forma que fuese. Después de muchas penurias, de campañas de financiación, de viajes promocionales buscando un editor que sintonizara con el proyecto, el tándem formado por Deep Silver y Koch Media ha sido el encagado de hacer llegar

Kingdom Come: Deliverance

a Xbox One, PlayStation 4 y PC. Agradecidos los quiere dios, como a continuación veremos en este medievo lleno de intrigas, muerte y sangre.

La acción se ubica a principios del siglo XV, en el reino de Bohemia (más o menos lo que es hoy la República Checa, patria de Daniel Vávra). En esta época, el rey al mando es Wenceslao IV, un monarca con menos ímpetu que su fallecido padre. Esta debilidad la aprovechará su hermano, Segismundo de Luxemburgo (rey de Hungría y Croacia), para engañar y encarcelar al legítimo rey. Usurpado el puesto, Segismundo comienza una era de terror en la que saquea y maltrata a todo su pueblo. Estos hechos desencadenan una guerra civil que termina por llegar a una pequeña aldea en Skalitz, en la que hay una importante mina de plata. Las huestes de Segismundo arrasan el lugar, de forma que el único sobreviviente de la masacre es nuestro protagonista, Henry. Deseoso de vengarse de los asesinos de su familia, el hijo del herrero del pueblo se pone al servicio de Lord Radzig Kobyla, líder de la resistencia contra la invasión del ilegítimo rey usurpador de toda Bohemia.

Kingdom Come: Deliverance es un juego de rol de acción, uno de los exigentes, de esos en los que importan los detalles. Las comparaciones son tan necesarias como injustas y los grandes de Bethesda llegan con toda su pomposidad dispuestos a avasallar en los enfrentamientos directos. Skyrim sería el escogido para el cara a cara… y Kingdom Come: Deliverance lo deja en ridículo en cuanto a posibilidades, profundidad y detalles. Seamos justos, uno apuesta por la fidelidad de la época que recrea, mientras que en el otro cazamos dragones como el que marisquea en la playa. Los dos en primera persona, pero mientras que el juego de Warhorse Studios se vanagloria de usar el realismo como base de todo lo que nos propone, el otro apuesta por la magia, los combates rápidos y una fauna más variada que la de Got Talent. Eso lo notaremos desde la interacción con los personajes no jugadores como en el mismo sistema de combate, que resulta tosco, lento y pesado… como debe ser cuando llevas una armadura y una espada que no podríamos ni levantar a no ser que nos ciclemos a conciencia. Además, se tiene en cuenta las propias características de los combates de la época, de forma que la principal función de una espada no solo cortar, es pinchar… pero sobre todo debemos buscar los puntos de unión de las armaduras para poder hacer daño de verdad. En este sentido, el sistema de combate recuerda poderosamente al de For Honor al dejarnos elegir la posición de la guardia y la dirección de las estocadas.

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Kingdom Come: Deliverance