Análisis de Ruiner

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Versión analizada Xbox One. Copia digital proporcionada por Cosmocover.
No debería sonarte si te hablo de Reikon Games. Este estudio polaco no ha desarrollado ningún juego propio… por lo menos hasta ahora. Hasta Ruiner. Pero eso no significa que no sepan del tema, de hecho han trabajado codo con codo en títulos tan relevantes como The Witcher, Dead Island o Dying Light. Y como suele ocurrir, después de apoyar a otros estudios, llega su ópera prima. Un primer retoño digital que apuesta por ese futuro distópico tan de moda ahora mismo. Y Ruiner no es la típica primera intentona llena de buenas intenciones y fallos perdonables de un equipo primerizo, es un juego redondo capaz de brillar con luz propia en el cada vez más competitivo mercado independiente. Estos chicos van a hacer un triple A en breve, si no al tiempo.El protagonista de Ruiner tiene una sola idea en su cabeza, matar al jefe. No sabe el motivo ni sabe cómo ha llegado hasta las inmediaciones de la gran multinacional Cielo, pero tiene claro que no va a salir de allí sin matar al jefe. Nuestro anónimo protagonista porta un casco digital en el que se suceden mensajes e iconos… con un “Kill the Boss” tan hipnotizante como un anuncio de Intimissimi. Cuando está a punto de perecer en su cometido, “Ella” le libera del control mental del que es preso. “Ella” le cuenta que le han lavado la chorla, que su hermano ha sido secuestrado por una peligrosa organización para que siga con la causa si consigue liberarse del hackeo cerebral del que ha sido víctima y le pone sobre la pista de el culpable de todo lo que le ha pasado, el hacker conocido como “Mago”. Por supuesto todo eso será solo la punta del iceberg, con giros de guión, personajes que rozan la demencia más absoluta y una ciudad dividida en dos entro los grandes rascacielos de las poderosas empresas y los suburbios en los que acumula la población más prescindible.Ruiner es ciberpunk del bueno. Desde el diseño de la zona común (en la que nos movemos para hablar con viandantes sin poder utilizar nuestras habilidades especiales) hasta los personajes que encontramos, está creado para sumergirnos en un futuro alternativo (o esos esperamos al menos) del que no querremos salir. El prólogo solo sirve como escueto tutorial de lo que se nos viene encima, Ruiner engancha tanto por su estética como por su jugabilidad. A primera vista, puede parecer un clon de Diablo 3 por el uso de la cámara y del enorme árbol de habilidades que tenemos a nuestro disposición. Gran error. Ruiner es un shooter de precisión cuando quiere, un beat´m up cuando le viene en gana y un juego de precisión constantemente. Ruiner tiene más de Hotline Miami que del mencionado juego de Blizzard, sobre todo porque los enfrentamientos son bellas coreografías en las que los salpicones de sangre, las explosiones de casquillos y la cámara lenta se fusionan como si fuese el propio John Woo el encargado de dirigirlo todo.La gracia está en las habilidades, que eso quede claro. Al subir de podremos conseguir nuevas a cambio de puntos de karma… pero también desactivarlas para utilizar esos puntos en otra cosa diferente. Podemos optar por encadenar impulsos, de manera que plagiaremos a Rondador Nocturno al movernos por el escenario o bien ralentizar lo que ocurre en pantalla para tener mejor control de la situación de los enemigos. Todas las posibilidades son válidas y la mayoría de ellas necesarias para progresar, porque el juego resulta muy exigente. No tardaremos mucho tiempo en sentirnos abrumados, ya que todos los botones de nuestro mando de control esconderán una función nueva que podremos encadenar con las que tengamos previamente. Lástima que el juego no sea mucho más largo, se nos pasará en un suspiro por su atrayente historia, su fantástica jugabilidad y su impactante apariencia.Porque Ruiner es un título de esos para jugarlo a oscuras a dos palmos de la enorme pantalla con unos auriculares incrustados en nuestras orejas a todo volumen. Hasta que nos sangren las córneas y el tímpano estalle. El uso del rojo en la ambientación resulta mesmerizante, así como la curva de dificultad que se pone a nuestro favor después del primer salto abrupto: en cuanto entramos en su onda, resulta muy difícil desconectarse hasta que llegan los títulos de créditos. Nuestro veredicto es que resulta demasiado corto para lo bueno que es, por mucho que se alarguen las horas de juego buscando objetos secundarios o con los niveles de dificultad que invitan a evolucionar como jugador gracias a las múltiples estrategias que podemos orquestar con nuestro árbol de habilidades. Ruiner palpita sangre en cada pantalla, con ese rojo perenne que salpica violencia a borbotones. No es el “indie” de niños que resuelven puzles en paraísos perdidos, pero va para sleeper del año.

Las habilidades y el sistema de combate. La ambientación. La música.

La duración.

Un estreno brillante para un modesto estudio polaco que ya han llamado nuestra atención por méritos propios.

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Ruiner